Gracias a 40 años de la labor del Estado colombiano (1958-1998), la ESAP era una de las tres más importantes instituciones iberoamericanas en su género.
Habiendo transcurrido dos años de la gestión del señor presidente Duque, he considerado pertinente elaborar algunas reflexiones en torno a la Escuela Superior de Administración Pública, institución fundamental para la democracia colombiana. Con las siguientes columnas, que son un aporte a la discusión, deseo llamar la atención a la Presidencia de la República, la Vicepresidencia, los ministerios del Interior y Relaciones Exteriores, el Departamento Administrativo de la Función Pública, la Procuraduría, la Contraloría, la Fiscalía, la comunidad académica, los egresados de la ESAP, los medios de comunicación y la opinión pública, para que reflexionemos cuidadosamente sobre la necesidad de recuperar su merecido y bien ganado prestigio.
Anotemos que, en el intervalo 1999 – 2018, los presidentes Pastrana, Uribe y Santos, por ignorancias y decisiones políticas erradas convirtieron -una Institución orgullo de Colombia por su eticidad y eficiencia administrativa, académica e investigativa y cualificadas relaciones internacionales- en un foco de corrupción y politiquería que debe ser rectificado, precisamente en este momento crítico para el futuro de la administración pública nacional.
No olvidemos que la ESAP, en diciembre de 1998 y gracias a 40 años de aportes teórico - prácticos del Estado colombiano, era reconocida internacionalmente como una de las tres más importantes en su género en Iberoamérica; la más significante dentro de los ámbitos de Centroamérica, el Caribe y el Pacto Andino y un referente para el desarrollo de otras instituciones similares en Asia y África.
Notas históricas sobre la ESAP. Observemos inicialmente que esta Escuela fue uno de los más estratégicos logros que, desde el ámbito de lo público, se inició con el espíritu visionario de Alberto Lleras quien, mediante la Ley 19 de 1958, creó una Institución para profesionalizar el acceso a la función pública e impedir la lucha fratricida entre los representantes de los dos partidos políticos tradicionales que “habían hecho del odio el opio de los colombianos”(1).
Tengamos en cuenta que conceptualmente, la ESAP es una institución de educación superior integrada por educadores, educandos, investigadores, egresados y personal administrativo, que está en función permanente de innovar y orientar la vida social, en el campo específico de la ciencia política y la administración pública. Como Escuela Superior, es una Casa Universitaria de Altos Estudios autónoma, que propendiendo por el desarrollo de todos los campos de la administración pública, enfoca su labor en el desarrollo humano sostenible contemporáneo. Su organización sistémica, le debe permitir contribuir eficazmente al proceso necesario de racionalización y modernización del Estado colombiano.
Con el paso del tiempo, se crearon 16 Direcciones Territoriales sólidas, académica e infraestructuralmente; se fortalecieron los sistemas de formación, investigación, interacción social y comunicaciones. Al crear la Sede Internacional (1998), se cristalizó su proceso de internacionalización. Desde allí se gerenció el más importante proyecto de la Unión Europea para América Latina, en materia de recursos humanos al servicio de la función pública y el desarrollo local(2).
En gran síntesis: la ESAP fue ejemplo institucional público en los procesos de descentralización, regionalización, planeación participativa, democratización y globalización, que se definieron en la Constitución de 1991. Así mismo, notemos que la Escuela fue sustantiva para la difusión de la Constitución y la creación de programas y proyectos para contribuir a la construcción de la paz en los territorios(3). Complementariamente, en materia de publicaciones, la Institución fue ejemplar en su proceso de producción y promoción del pensamiento administrativo público y democrático del siglo XX(4). roasuarez@yahoo.com
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Referencias
1. Véase del autor (2017). Darío Echandía Olaya: Un colombiano ejemplar. Prólogos: Fernando Dejanón y Carlos Gustavo Cano. Academia Colombiana de Jurisprudencia – Universidad Libre de Colombia, Panamericana, Bogotá, pp. 49-62.
2. La tramitación de este Convenio se había iniciado años atrás y comenzó a implementarse, en esta Sede excepcional, a partir de 1998 con un conjunto de publicaciones, eventos y construcciones. Ejemplo de estas, fue la Sede de la ESAP en Fusagasugá.
3. Un aporte específico al respecto, fue la construcción y puesta en marcha de la Sede Universitaria de la ESAP, como espacio de paz en Arauca. Esta Escuela era la más importante institución universitaria de la Orinoquía en 1998 y estaba dotada apropiadamente para impartir formación universitaria a nivel de pregrado y especializaciones.
Otra contribución, fue la convocatoria a los rectores de las universidades públicas y privadas, a un conjunto de reuniones que, como miembros de ASCUN, se celebraron con el objetivo de definir el papel de las universidades en la construcción de la paz. Dichos encuentros, tuvieron lugar en el Salón Bolívar de la Escuela de Alto Gobierno.
4. Para quien desee conocer aspectos cuánticos y cuálicos sobre la ESAP, me permito recomendar la lectura de las dos ediciones sobre: La ESAP y el desarrollo institucional colombiano, escritas por el exministro y profesor Diego Younes Moreno.