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Construir democracia

Reflexiones político-jurídicas (VI)

Hernando Roa Suárez
13 de octubre de 2021 - 05:00 a. m.

Darío Echandía y Jorge Eliécer Gaitán fueron dos líderes políticos socialdemócratas que consagraron su existencia al fortalecimiento de nuestra democracia.

Darío Echandía (1897-1989). Fue un excepcional demócrata colombiano. Se distinguió por su versación en el ordenamiento jurídico de nuestro país; su responsabilidad como líder político liberal-socialdemócrata; el ejercicio de su profunda vocación académica y humanística; la práctica de la ética en el ejercicio de la función pública como juez, gobernador del Tolima, magistrado de la Corte Suprema de Justicia, ministro de Relaciones Exteriores, de Educación y de Justicia, embajador ante el Vaticano, primer designado a la Presidencia y presidente de la República.

El estudio de su biografía nos permite acercarnos a conocer por qué Darío Echandía es un paradigma de las virtudes que deberíamos poseer los demócratas colombianos y específicamente los líderes políticos constructores de paz en el siglo XXI. Tengamos presente que él fue uno de los artífices que, con su juridicidad, humanismo y prácticas políticas, contribuyó eficazmente a la inserción de Colombia en la modernidad.

En momentos de crisis ético-política, como los que vivimos en 2015 (1), estamos invitados a estudiar el ejemplo de quienes nos enseñaron a ser. Por su vida y obra, Darío Echandía es un ejemplo digno de ser imitado y superado –cambiando las cosas que haya que cambiar- por quienes consideramos que la democracia es la forma de gobierno óptima para organizar políticamente nuestro país.

En pleno siglo XXI, la lectura y comprensión de su pensamiento es un magnífico ejercicio para quien desee conocer las raíces de la democracia representativa y participativa, así como la evolución de “una personalidad de roble que blinda un corazón de pan” (2).

Los análisis y testimonios sobre Darío Echandía -dados por estadistas de la calidad de los expresidentes Alberto Lleras Camargo y Carlos Lleras Restrepo y de la responsabilidad política e intelectual de Fernando Hinestrosa, Otto Morales, Pedro Gómez Valderrama, Benjamín Ardila, Augusto Trujillo y Jaime Aponte- nos permiten sostener que el liderazgo jurídico-político y ético, como el ejercido por el maestro Echandía, es una invitación cuidadosa a la juventud universitaria contemporánea a retomar sus pasos y a prepararse para fortalecer el conocimiento teórico-práctico de la política como arte y ciencia, y constituirse en una seria renovación de quienes han desvirtuado los valores democráticos, especialmente en el intervalo 1970-2021 (excepto en el gobierno del presidente Barco 1986-90), poniendo en peligro nuestra institucionalidad, con todas las consecuencias que de allí se derivan.

Si un estudiante universitario me pregunta en nuestros días por qué es conveniente estudiar la vida y obra de Darío Echandía, ¿qué le respondería? Que creo que es útil insistir, porque i) a lo largo de su vida universitaria y profesional, practicó éticamente su labor; ii) como funcionario público fue estudioso y responsable con los cargos que le fueron asignados; iii) como consagrado jurista, contribuyó eficazmente a construir el espíritu pacifista entre los colombianos y a profundizar los valores de la democracia representativa y participativa; iv) como profesor actuó con erudición y sabiduría; y, v) la coherencia entre la solidez de su formación, la ética ejercida en su vida pública, el ejercicio de la política, la práctica de su juridicidad y el ejercicio de sus ministerios y de la cátedra lo hicieron acreedor al título de maestro.

Ante la gravedad que tiene para la Colombia contemporánea la magnitud del proceso de la corrupción administrativa y política y sus combinaciones con los fenómenos paramilitar, guerrillero y bandas criminales, y el peligro de la desinstitucionalización de nuestra democracia -en el mediano plazo- (3), la vida y obra del maestro Echandía, adaptando las circunstancias al contexto actual, es un ejemplo para la juventud de nuestros días (4). Ocupémonos ahora de Jorge Eliécer Gaitán.

Jorge Eliécer Gaitán. (1902-1948). ¿Tendrá sentido, en pleno siglo XXI, leer y estudiar la vida y obra de este líder político democrático y caudillo? Bien que sí. Me inclino a pensar que existen colombianos cuya vida y obra vale la pena conocer y superar, que tienen luz propia, saberes y oficios dignos de ser retomados y proyectados. Setenta y tres años después de su asesinato, acercarnos a él, puede ser un “descubrimiento” para quienes deseen influir decisivamente en la vida política colombiana.

Entendiendo la complejidad de los procesos políticos mundiales, latinoamericanos y nacionales, en el intervalo de su existencia, puede explicarse adecuadamente la significante labor y la magnitud de la lucha política emprendida por Gaitán.

Analizando la historia política de Colombia, Jorge Eliécer Gaitán se me presenta como uno de los más grandes caudillos políticos del siglo XX en Colombia. Fue forjador de un nuevo destino y una nueva fe para las bases populares liberales y conservadoras de aquel entonces, y también, para importantes sectores de las masas comunistas -aunque tuvo serios distanciamientos con las directivas de este partido-. Él es un ejemplo para quien desee triunfar mediante el ejercicio de la inteligencia, la consagración, el valor y el sentido de la historia.

Sobre el pensamiento gaitanista (5): los siguientes extractos, son solo una muestra inicial de la capacidad intelectual de este ejemplar social demócrata. Veamos.

El verdadero nacionalismo (1931). “¡No, señores! La patria es algo más hondo e impalpable, tanto más profundo y bello cuanto más sutil.”

“La patria no es materia sino espíritu. La patria no es realidad mortal sino sentimiento a la vez humano y cósmico y en nuestro corazón la vemos más grande mientras más doliente, porque ella no se mide ni se palpa, sino que se la siente en la inteligencia y en la pasión con fiereza desafiadora, para encontrarla siempre altiva y siempre noble.”

“Nuestro nacionalismo no es un nacionalismo materialista, ni es odio a los ciudadanos de otros países, sino un sentimiento idealista que se acendra en el orgullo de sabernos fuertes, de sabernos dignos, independientes y soberanos.”

Liberalismo y socialismo (1931) “Pues bien, en lo económico y lo social somos integralmente socialistas y andan equivocados todos los que pretenden establecer incompatibilidad entre el liberalismo y el socialismo colombiano.”

“En resumen: hay un liberalismo socialista que puede compararse a la vida de los árboles que extraen su savia del fondo de la tierra, del hecho histórico cuya raíz vetusta se nutre en la herencia de lo pasado pero para lanzar hacia el espacio y hacia la luz frutos nuevos de carne purificada. Nos afianzamos en la gloria pretérita de nuestros mayores para desatar nuevas batallas en defensa de los humildes y en procuración de una justa justicia.”

Igualdad de derechos para la mujer (1934) “La mujer no puede transformar ella sola el sentido primitivo de nuestros métodos, de nuestras costumbres, de nuestra vida, porque toda nuestra actividad social está incidida por el criterio de la superioridad del varón. De ahí que seamos nosotros quienes estamos obligados a crear el ambiente que la permita educarse, encauzándola hacia actividades que le son profundamente necesarias para su liberación.”

“Es indispensable que la mujer ocupe su merecido puesto entre los abogados, entre los ingenieros, entre los médicos. Y no sólo porque es igualmente apta que el hombre para dignificar cualesquiera de las profesiones liberales y de las actividades científicas, sino también por otro aspecto de mucha substancia: porque en esta forma adquirirá más rápida y eficazmente la plena participación política a que también tiene derecho y que también le hemos negado.”

La izquierda no es anarquía (1936). “No he sido nunca comunista y he sido siempre adversario del comunismo como lo demuestran todos los movimientos políticos en que he tomado parte; todas mis expresiones públicas en la tribuna y en la prensa.”

“Porque no se crea que la izquierda es anarquía; que es falta de autoridad. No se crea que esa izquierda nuestra es el triunfo de la turbamulta sin orientación, sin conocimientos, sin normas sobre la fisonomía estructural del Estado. Lejos de eso. Lo que nos diferencia de los elementos conservadores de cualquier partido político es que para la mentalidad conservadora el orden es un fin absoluto y para la mentalidad de izquierda ese orden no es más que un medio para realizar otro fin, que es el de la justicia.”

Contrario a lo que algunos panfletarios e ignorantes han sostenido -en el sentido que Jorge Eliécer Gaitán Ayala, fue sencillamente un demagogo- él fue un líder político integral como pocos en América Latina a lo largo del siglo XX que fue abogado penalista -summa cum laude en Roma-, jurista y discípulo del profesor Enrico Ferri, miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, profesor universitario, parlamentario, ministro del trabajo y de educación, alcalde de Bogotá y caudillo liberal.

La vida y obra de Gaitán son una realización objetiva del valor histórico de sus ideas, de su lucha, de su consagración y de su vocación política (6). Sin embargo, es uno de los grandes desconocidos y se le ha pretendido olvidar y extrañar, aunque algunos políticos “gaitanean”.

roasuarez@yahoo.com

Referencias y bibliografía inicial

1. Estúdiese, por ejemplo, el manejo que se le dio a la llamada: “Feria de los avales” y el contenido de lo planteado en el texto del autor: (2018). El liderazgo político. Análisis de casos. Grupo Editorial Ibáñez. Bogotá, pp. XIX-XXVI; y 15-20.

2. Fabio Lozano Simonelli en ECHANDÍA, Darío (1982). Obras Selectas. Tomo III. Banco de la República, Bogotá, pp. 15.

3. Léanse las implicaciones que se derivan de las condenas proferidas por la Corte Suprema de Justicia contra los exministros Sabas Pretelt, Diego Palacio y la exdirectora del DAS María del Pilar Hurtado, hasta abril de 2015, por beneficiar ilegalmente los intereses específicos del Expresidente Álvaro Uribe, cuando ejercía el mando.

4. Para un estudio introductorio a la vida y obra de Darío Echandía Olaya, véase del autor. (2017): Darío Echandía Olaya. Colombiano ejemplar. Academia Colombiana de Jurisprudencia, Universidad Libre de Colombia. Editorial Panamericana Formas e Impresos. Bogotá, pp. 63-141; 143-166.

5. Véase del autor (2015). Construir democracia. 45 años de periodismo de opinión. Prólogo Alfredo Sarmiento Gómez. Universidad Nacional –IEPRI; Universidad Javeriana – Instituto Pensar; Compensar y otros. Bogotá, pp. 351-377. Para quien desee acercarse con seriedad, al pensamiento gaitanista, me permito recomendarle las lecturas especializadas que se encuentran en las páginas 378-380 de este texto.

6. Compleméntese con el libro del autor: (2018). El liderazgo político. Análisis de casos. 5ta. Ed. Op. Cit., pp. 222-293.

 

Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)13 de octubre de 2021 - 08:53 p. m.
Nuestro gran escritor Juan Gabriel Vásquez funda algunas de sus obras en el asesinato de este líder social-demócrata como usted le señala. La nuevas generaciones deben darse cuenta que los grandes líderes son asesinados por pensar diferente. El uribismo representa hoy para Colombia esa política de intolerancia, la misma que asesinó a este hombre. Cómo los perversos se reproducen y atascan un país
David(26932)14 de octubre de 2021 - 02:48 p. m.
Para que por favor ajusten al comienzo de la nota: "En momentos de crisis ético-política, como los que vivimos en 20151, estamos invitados a estudiar el ejemplo de quienes nos enseñaron a ser"
Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)13 de octubre de 2021 - 08:48 p. m.
Muchas gracias por su columna profesor Roa Suarez. Estoy de acuerdo que Jorge Eliecer Gaitán era un gran líder pero aquí la derecha recalcitrante de hoy, seguramente esa misma que lo asesinó en el 48, manda un mensaje pésimo de este gran hombre. La extrema derecha uribista, que odia el proceso de paz y la JEP debe ser derrotada en las próximas elecciones Gustavo Petro y Alejandro Gaviria a unirse
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