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Dedicaré las reflexiones de hoy a Luis Carlos Galán Sarmiento. ¿Será útil en nuestros días detenernos a pensar en el liderazgo, los hitos biográficos ¹ y los planteamientos significantes de Galán (1943-1989) para entender el desarrollo del proceso político colombiano en el decenio de los ochenta y los años siguientes? Parece que sí y aunque en algunos aspectos es necesario esperar el juicio histórico, el conjunto de la labor realizada, durante sus 25 años de gestión política (1964-1989) lo presentan como un continuador de los liderazgos de Uribe Uribe y Gaitán y de la labor de estadista de Carlos Lleras.
A Galán le correspondió vivir en el interior del proceso de transformación de Colombia como un país prioritariamente rural hacia otro especialmente urbano. También, tuvo que iniciar su trabajo político significante dentro de los principios orientadores del Frente Nacional y prepararse para organizar nuevas formas de lucha frente a las prácticas clientelistas de los partidos tradicionales, que habían desvirtuado el papel de la política como agente de los procesos de cambio.
Tomando distancia frente a influencias recibidas de otros líderes y teniendo en cuenta su vocación por el conocimiento histórico, me inclino a pensar que, de Bolívar, aprendió el sentido de grandeza; de Santander, el imperio de la juridicidad; de Nariño, el amor a la libertad; de Uribe Uribe, su consagración, el conocimiento de la sociedad global y la necesidad de modernizarla; y, de Gaitán, su radical vocación político-moral.
Gandhi, pienso, influyó en su opción pacifista; Kennedy en su perspectiva democrática y en el respeto a los derechos humanos; de De Gaulle analizó su sano sentido nacionalista y la capacidad para perseverar. Y de Carlos Lleras aprendió –muy de cerca– la consagración al trabajo y sus realizaciones de estadista. Así que paulatinamente, adquirió lecciones provenientes de sus estudios históricos que le enseñaron a comprender cabalmente los procesos.
Consecuente con su práctica social, defendió prioritariamente los intereses de los espectros medios de la sociedad colombiana. Como educador político, estaba dotado de capacidad analítica, mística, sensibilidad social, valor, sinceridad en sus convicciones y capacidad de convocatoria. Con una positiva confianza en sí mismo, que fue acrecentando con el paso de los años, acompañó su trabajo político con un gran despliegue de energía y vigor. Teniendo en cuenta el proceso de gestación y desarrollo de su movimiento, puede observarse que temía que lo eclipsaran o hicieran sombra dentro de su actividad política.
Él creía que el destino de nuestro país estaba íntimamente vinculado al destino de la América Latina, y tenía fe en el papel futuro de la juventud. Para 1970, comprendía ya la importancia de un nuevo sentido de la solidaridad mundial que permitiera, a través de los procesos educativos, construir sociedades más humanas. A través de sus viajes permanentes por las distintas regiones de Colombia, pudo detectar nuestras grandes diferencias y el nuevo papel que deberían desempeñar los procesos de desarrollo local, departamental y regional, así como la rica gama de nuestra diversidad cultural y étnica. Ese conocimiento directo de la realidad nacional, le facilitó desarrollar su capacidad analítica y crítica.
Sobre su pensamiento. Iniciemos este tema, con textos básicos. “El Nuevo Liberalismo nació para responder a una de las más importantes crisis históricas que haya vivido Colombia. Una crisis que se expresaba en tres escenarios simultáneos: por una parte, una sociedad transformada en sus valores fundamentales, sus necesidades y sus elementos estructurales; por la otra parte, un Estado a cuyo cargo está interpretar y dirigir esa sociedad -Estado que ha cambiado en sus responsabilidades e instrumentos-; y, finalmente, la crisis de los partidos políticos en la medida en que a ellos incumbe comunicar a la sociedad con el Estado y servir de instrumento a través del cual se transmite la demanda política de la Nación y se señalan al Estado sus objetivos y criterios de acción”.
“La Nación no afronta simplemente una crisis sino la acumulación de varias crisis. Por una parte, la subversión y el terrorismo han adquirido dimensiones que jamás había padecido nuestra Nación. Han surgido fuerzas de extrema izquierda y extrema derecha que por igual desafían la democracia y amenazan los valores fundamentales de Colombia. Simultáneamente, la delincuencia organizada, promotora del tráfico de estupefacientes, continúa su terrible proceso de penetración y condicionamiento de la sociedad y del Estado. Como si todo esto no fuera suficiente, la corrupción interna del sistema crece con múltiples ingredientes y manifestaciones que debilitan la capacidad de respuesta del sistema democrático. Al crear complicidad de uno y otro orden, estas tres crisis nos demandan una acción política serena y objetiva que permita darle tratamiento adecuado a los graves riesgos que amenazan la República”.
Caminos para el comercio mundial. “El problema de la deuda externa ha cambiado y cambiará la vida de América Latina en forma más profunda y definitiva que cualquier otro hecho de su historia”.
“Los préstamos obtenidos por América Latina tienen condiciones más difíciles que los contratados por el resto de los países en desarrollo. Las condiciones financieras han empeorado; cambió radicalmente la composición del financiamiento exterior de los países latinoamericanos; aumentó el coeficiente entre la deuda pública y el producto interno bruto; empeoró la estructura de los vencimientos de plazos menores de cinco años”.
La reforma del Fondo Monetario. “Se necesita la reforma de la estructura de poder porque mientras la votación dependa de la cuota, los Estados Unidos y los países industriales tendrán poderes decisorios en perjuicio de las necesidades y posibilidades de los países en desarrollo”.
“Es preciso, por tanto, que se concilie esa estructura del poder con democratización de las decisiones”. “Asimismo es indispensable que el modelo de ajuste económico y las consultas no sólo sean obligatorios para los países en desarrollo sino para todos los países miembros del fondo”.
Las comunicaciones: una herramienta decisiva. “Por el bien del país, por la modernización de su infraestructura y por la dinámica de este sector, el país necesita un plan nacional de telecomunicaciones y es importante que la ley así lo ordene para que haya estrategias, por lo menos de mediano plazo, dentro de lo complicado que es analizar este sector, por las realidades tecnológicas”.
Los megaproyectos de los noventa. Uno de los temas que permite entender el conocimiento que Luis Carlos tenía de la realidad, y observar su espíritu visionario, es el vinculado a los megaproyectos económicos y sociales. Veamos:
“El primer megaproyecto es lo que algunos han llamado el cordón energético del valle del Magdalena, con el cual denominan un conjunto de proyectos de multifluído energético, algunos de los cuales están en curso. Otros se emprenderán pronto o pertenecen a la lista de decisiones clave del próximo decenio”.
“En la modernización del transporte se localiza un segundo grupo de megaproyectos. La internacionalización de la economía demandará indudablemente inversiones del Estado en infraestructura para desarrollar un verdadero sistema multimodal de transporte, lo cual implicará la transformación de los puertos actuales para adaptarlos al servicio de contenedores, la localización de nuevos puertos, la reconstrucción de los ferrocarriles y el impulso de varias carreteras fundamentales para integrar físicamente al país y asegurar el dominio territorial del Estado”.
“El tercer grupo de megaproyectos es el orientado a la adecuación de tierras y simultáneamente a la construcción de la infraestructura para el acopio y la distribución de alimentos con el fin de doblar la oferta de los mismos”.
“Un cuarto megaproyecto es la estrategia para incrementar las reservas de petróleo de modo que sea posible asegurar un buen ritmo de exportaciones de hidrocarburos en los niveles ya señalados”.
“El quinto megaproyecto es el plan de telecomunicaciones que antes de llegar al año 2000 pretende cubrir con servicios telefónicos todos los municipios y ciudades del país, así como la digitalización de la red para ofrecer los nuevos servicios de valor y telefonía celular”.
Los megaproyectos sociales. “Al lado de los megaproyectos económicos cabe hablar de los megaproyectos sociales que deberán guiar la acción del Estado antes de terminar el presente siglo. Es indispensable eliminar el analfabetismo, que todavía afecta al 10% de la población, y duplicar los niveles de escolaridad de modo que en el año 2000 se podrá afirmar que la población urbana tiene ocho años de escolaridad y la rural habrá pasado de los dos actuales a cinco años”.
“La década plantea también como un megaproyecto social el reto de superar el atraso en cantidad y calidad de agua de manera que haya agua potable para todos y atención a las personas que asegure la asistencia básica de salud para todos”.
“Durante el decenio deberán continuarse los programas de salud, educación y vivienda para eliminar las condiciones de extrema pobreza en las que se encuentran seis millones de colombianos, especialmente localizados en Sucre, Chocó, Córdoba, Bolívar, Magdalena, Cauca, Nariño y Boyacá”.
Complementariamente, sostuvo que la política de paz debería ser integral; con componentes políticos, económicos y militares que condujeran al dominio del territorio por parte del Estado, para el ejercicio de la autoridad administrativa, judicial y policial. Confiar en el poder transformador de la palabra, y en su obra global, permite analizar la vigencia de sus valores y las tensiones existentes entre la utopía posible y el pragmatismo.
Frente al asesinato de Luis Carlos Galán fue ostensible la solicitud popular de justicia. La ONU, la OEA, la CEE, el Gobierno norteamericano y los países hermanos, manifestaron su sentimiento de pesar por el vil asesinato de un consagrado demócrata. La experiencia histórica colombiana le da la razón a Galán, y puedo insistir en que “a los hombres se le puede matar, pero a sus ideas no”. Los ejemplos de Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Antonio Nariño, Rafael Uribe Uribe, Alfonso López Pumarejo, Darío Echandía, Jorge Eliécer Gaitán, Alberto Lleras Camargo y Carlos Lleras Restrepo, así lo demuestran.
Quien analice el conjunto del pensamiento galanista, y específicamente sus megaproyectos, podrá concluir -sin dificultad- que sus orientaciones fundamentales no fueron neoliberales como fue el proyecto macroeconómico impulsado por César Gaviria en el intervalo 1990-94. Galán fue un social demócrata progresista e inconforme que, en su trabajo político, no preconizó la violencia ni la lucha de clases. Actuó frente a una sociedad que, en los últimos cuarenta años (1949-89), tuvo transformaciones sustanciales, evolucionando de una configuración mayoritariamente rural, hacia una principalmente urbana. Fue un líder poseído de una profunda vocación de triunfo y empeñado en ennoblecer la más bella de las vocaciones, cuando se ejerce éticamente: la política.
Referencia
1. Para un conocimiento comprensivo de la vida y obra de Galán, véase el texto del autor: (2014). Luis Carlos Galán. Un demócrata comprometido. 2da. Ed. Prólogo: Carlos Gustavo Cano. Universidad Javeriana, Grupo editorial Ibáñez. Bogotá. Para un acercamiento a su pensamiento en este texto, véanse pp. 147-289. En la bibliografía general de este libro, se encuentra información amplia sobre el tema.
Bibliografía mínima inicial
ACADEMIA COLOMBIANA DE JURISPRUDENCIA. (2019). Roa Suárez, Hernando. La política: arte y ciencia. Aplicaciones a Colombia. Una aproximación. Revista No. 370. Vol. II. DGP Editores. Bogotá, pp. 187-229. ALLENDE, Salvador. (1973). Su pensamiento político. Granica. Buenos Aires. BOBBIO, Norberto. (1985). El futuro de la democracia. Plaza y Janés. Madrid. ECHANDÍA, Darío. (1981). Obras selectas. 5 Tomos. Banco de la República. Bogotá. ELESPECTADOR.COM. (2006). 20 años sin Guillermo Cano. Editorial. Diciembre 16. Bogotá. FUNDACIÓN LUIS CARLOS GALÁN. (1990). Galán. Zalamea Fajardo Editores. Bogotá. JORDÁN, FLÓREZ, Fernando. (2000). Antología del pensamiento y programas del Partido Liberal. 1820 - 2000. P.L.C. Servigraphic Ltda. 3 tomos. Bogotá. LEAL BUITRAGO, Francisco. (1973). Análisis histórico del desarrollo político nacional. 1930-1970. Tercer Mundo. Bogotá. LLERAS, Carlos. (1975). Borradores para una historia de la República Liberal. Nueva Frontera. Bogotá. MELO, Jorge Orlando. (1991). Algunas consideraciones globales sobre modernidad y modernización. En: Colombia: el despertar de la modernidad. Foro Nacional por Colombia. Bogotá, 1991. MORALES, Otto. (1987). Liberalismo destino de la patria. Plaza & Janés. Bogotá. TIRADO MEJÍA, Álvaro. (1970). Introducción a la historia económica de Colombia. Universidad Nacional. Bogotá. VIDAL PERDOMO, Jaime. (2004). Derecho constitucional e instituciones políticas. Legis – Universidad del Rosario. Bogotá. WALLERSTEIN, Inmanuel. (1996). Abrir las ciencias sociales. UNAM – Siglo XXI. México D.F.
