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Durante el 1er Congreso de la Cultura Iberoamericana realizado en Ciudad de México desde el 1° hasta el 5 de octubre de 2008, se recordaron dilemas de apariencia infranqueable y se descubrieron temas surgidos por el impulso de nuevas tecnologías. El evento, dedicado en su primera versión al cine y el audiovisual en Iberoamérica, reveló:
Que todavía se combate como David y Goliat entre Iberoamérica y la astucia comercial del cine Made in USA que explota al público para obtener su dinero de una manera infalible.
Que la búsqueda de nuevas formas narrativas y exploraciones temáticas del cine de la región no dialoga con el espectador de una manera tan efectiva –y rentable– como el cine más visible al que respalda una publicidad convincente, que manipula y seduce.
Que en el mercado salvaje del cine hay más películas que cine; más ejecutivos que artistas.
Que un monstruo invulnerable, reciclado de manera equívoca como un lugar común, “Hollywood” –un rótulo que es primero un concepto antes que una realidad, fugitiva cuando la producción de los grandes estudios del primer Hollywood se empezó a desvanecer desde los años 60–, es el contrincante a vencer, lo que no impide revisar cómo se hace el cine en español para ofrecer en la pantalla otras alternativas que rescaten a la audiencia.
Que la democracia del cine tiene en el DVD, en su piratería y en los cineclubes domésticos, una programación inagotable y una estrategia de reproducción visual que ha deteriorado la ética ante los derechos de autor de forma inversamente proporcional a la pasión insaciable de cinéfilos sin pausa.
Que la crítica, su disciplina y su rigor creativos, escrita como otra forma de la literatura, es un oficio que ahora se reparte entre los críticos profesionales y los redactores a los que dirige una pasión espontánea, suponiendo en sus diarios íntimos textos que merecen ser publicados en el universo de los blogs; un recurso tecnológico por el que sus autores exigen su derecho legítimo a ser reconocidos, proclamando entrelíneas: “Quiero ser leído por alguien tan brillante como yo”.
Que la historia nos permitirá continuar filmando y escribiendo acerca de lo que se filma, con o sin público.
Que Luis Buñuel sigue marcando una pauta como el maestro que fue y aún es; un rastro notable en su legado y en el ámbito de América y Europa, registrado durante el congreso con la exposición acerca de su obra y con la historia a la que pertenece Buñuel, plasmada, junto a una legión infinita de realizadores, en los diez tomos de una obra que empezará a publicarse a finales de 2008: el Diccionario del Cine Iberoamericano –donde las imágenes y sus protagonistas, es decir, todos nosotros, nos descubrimos en la memoria de la pantalla, en sus reflejos dorados y en su forma de enriquecer, a través de la ficción, nuestra visión del mundo, de su realidad y de los sueños que surgen de ella.
Que el cine, en definitiva, es otra forma de la poesía y debe multiplicar a sus lectores ante la página que presenta sus historias durante una proyección.
