Con más frecuencia aparecen en el mercado refrescos hechos caseramente con insumos naturales, sin sabores artificiales, ni preservativos.
Hace un par de semanas, el mundo de las bebidas comenzó a registrar un inusitado movimiento con el anuncio de que las cervezas artesanales de alto contenido alcohólico estaban registrando un sorprendente auge en Estados Unidos. Algunas de estas nuevas marcas, sin embargo, parecen ser más afines con el mundo de los destilados que con el de los fermentados, pues en algunos casos alcanzan porcentajes de alcohol de hasta el 41%, frente a los modestos índices de las “chelas” tradicionales, del 4% o el 5%. Incluso, potentes cervezas como Samuel Adams Utopias (27%) se sirven en copas de cognac y no en vaso. Otras nuevas marcas incluyen sabores a frutas y chocolate negro.
Pero las cervezas no son las únicas que, en la actualidad, viven un sismo en materia de innovación. Una revolución parecida se registra en el campo de los refrescos gasificados. Las recientes denuncias de que las llamadas gaseosas de producción industrial utilizan procesos e ingredientes que atentan contra la salud de los consumidores ha desatado una creciente ola de bebidas elaboradas con frutas y jugos naturales, cargas ínfimas de gas carbónico y muy poca cantidad de azúcar natural.
Una de las marcas con más rápido reconocimiento en Norteamérica es SodaVie, de Kansas, que invita a sus clientes a probar algo “verdaderamente natural”. Hechas a mano, las gaseosas de SodaVie se dividen en tres categorías: las clásicas (jengibre, apio y mojito), las ligeramente diferentes (fresas con lavanda, fresas con menta y pepino cohombro) y las salvajemente únicas (ají cítrico, cilantro con piña y thai con albahaca y clavo). La gaseosa mojito, por ejemplo, carece obviamente de alcohol, y presenta una combinación de lima y menta, poco gasificada y muy aromática.
Boylan es otra marca de refrescos que asegura utilizar insumos completamente naturales, sin sabores artificiales ni preservativos químicos. La empresa, creada en 1891, siempre ha mantenido la misma filosofía, pero hasta ahora está retomando su dinamismo.
Izze es el nombre de una de las empresas más activas en este campo, comprometida con la elaboración de refrescos con frutas naturales y un toque de agua con gas. Carece, al igual que otras marcas de su categoría, de azúcares refinados, preservativos y sabores artificiales. El lema de la empresa es: “Puro, sencillo y bueno”.
Una propuesta comercialmente más agresiva es GuS, que significa, literalmente, Grown Up Sodas (o gaseosas para adultos). Con sede en Nueva York, esta empresa no sólo ha lanzado líneas en llamativas botellas y con originales mezclas, sino que ha ido más lejos, recomendando su uso para elaborar cócteles con nombres familiares, pero matizados por la marca.
La mayoría de sus refrescos son secos (lo opuesto a dulces). Se elaboran con jugos naturales, carecen de cafeína y cambian el jarabe de maíz por el extracto natural de caña de azúcar. Incluyen la Gaseosa Seca con Limón Meyer (originario de China), la Ginger Ale Extra Seca y la Gaseosa Seca con Naranjas de Valencia, entre otras.
Si ninguno de los anteriores refrescos artesanales les llama la atención, está también la opción de comprar cualquiera de los variados productos de Sodastream, que fabrica un artefacto de cocina para hacer gaseosas en casa. El más costoso ronda los 200 dólares. Además de la máquina, Sodastream brinda una variedad de botellas reutilizables, lo mismo que una selección de sabores naturales, que van desde colas hasta esencias de naranja, mango y pomelo. La propuesta de Sodastream se basa en la necesidad de reducir la emisión de botellas y latas al medio ambiente.
No es realista pensar que la nueva tendencia desbancará los productos masivos. Pero se convierte en una alternativa para quienes buscan experiencias más auténticas y naturales.
Con más frecuencia aparecen en el mercado refrescos hechos caseramente con insumos naturales, sin sabores artificiales, ni preservativos.
Hace un par de semanas, el mundo de las bebidas comenzó a registrar un inusitado movimiento con el anuncio de que las cervezas artesanales de alto contenido alcohólico estaban registrando un sorprendente auge en Estados Unidos. Algunas de estas nuevas marcas, sin embargo, parecen ser más afines con el mundo de los destilados que con el de los fermentados, pues en algunos casos alcanzan porcentajes de alcohol de hasta el 41%, frente a los modestos índices de las “chelas” tradicionales, del 4% o el 5%. Incluso, potentes cervezas como Samuel Adams Utopias (27%) se sirven en copas de cognac y no en vaso. Otras nuevas marcas incluyen sabores a frutas y chocolate negro.
Pero las cervezas no son las únicas que, en la actualidad, viven un sismo en materia de innovación. Una revolución parecida se registra en el campo de los refrescos gasificados. Las recientes denuncias de que las llamadas gaseosas de producción industrial utilizan procesos e ingredientes que atentan contra la salud de los consumidores ha desatado una creciente ola de bebidas elaboradas con frutas y jugos naturales, cargas ínfimas de gas carbónico y muy poca cantidad de azúcar natural.
Una de las marcas con más rápido reconocimiento en Norteamérica es SodaVie, de Kansas, que invita a sus clientes a probar algo “verdaderamente natural”. Hechas a mano, las gaseosas de SodaVie se dividen en tres categorías: las clásicas (jengibre, apio y mojito), las ligeramente diferentes (fresas con lavanda, fresas con menta y pepino cohombro) y las salvajemente únicas (ají cítrico, cilantro con piña y thai con albahaca y clavo). La gaseosa mojito, por ejemplo, carece obviamente de alcohol, y presenta una combinación de lima y menta, poco gasificada y muy aromática.
Boylan es otra marca de refrescos que asegura utilizar insumos completamente naturales, sin sabores artificiales ni preservativos químicos. La empresa, creada en 1891, siempre ha mantenido la misma filosofía, pero hasta ahora está retomando su dinamismo.
Izze es el nombre de una de las empresas más activas en este campo, comprometida con la elaboración de refrescos con frutas naturales y un toque de agua con gas. Carece, al igual que otras marcas de su categoría, de azúcares refinados, preservativos y sabores artificiales. El lema de la empresa es: “Puro, sencillo y bueno”.
Una propuesta comercialmente más agresiva es GuS, que significa, literalmente, Grown Up Sodas (o gaseosas para adultos). Con sede en Nueva York, esta empresa no sólo ha lanzado líneas en llamativas botellas y con originales mezclas, sino que ha ido más lejos, recomendando su uso para elaborar cócteles con nombres familiares, pero matizados por la marca.
La mayoría de sus refrescos son secos (lo opuesto a dulces). Se elaboran con jugos naturales, carecen de cafeína y cambian el jarabe de maíz por el extracto natural de caña de azúcar. Incluyen la Gaseosa Seca con Limón Meyer (originario de China), la Ginger Ale Extra Seca y la Gaseosa Seca con Naranjas de Valencia, entre otras.
Si ninguno de los anteriores refrescos artesanales les llama la atención, está también la opción de comprar cualquiera de los variados productos de Sodastream, que fabrica un artefacto de cocina para hacer gaseosas en casa. El más costoso ronda los 200 dólares. Además de la máquina, Sodastream brinda una variedad de botellas reutilizables, lo mismo que una selección de sabores naturales, que van desde colas hasta esencias de naranja, mango y pomelo. La propuesta de Sodastream se basa en la necesidad de reducir la emisión de botellas y latas al medio ambiente.
No es realista pensar que la nueva tendencia desbancará los productos masivos. Pero se convierte en una alternativa para quienes buscan experiencias más auténticas y naturales.