HOY TENEMOS VARIAS CONSULTAS internas de los partidos. La fecha es importante y va a tener repercusiones en el inmediato futuro.
Por vez primera, la consulta liberal no está centrada tanto en las características personales de los candidatos y el giro que su elección puede significar para la política del partido. No hemos oído discursos milenaristas sobre las bondades del uno y el apocalipsis que significa el otro. Aunque tienen diferencias, claro está, la campaña entre ellos ha sido más bien tenue. Gómez Méndez se ha limitado a insinuar (casi susurrar) que GaviriaCe no es imparcial. Últimamente Héctor Helí dijo que unos paramilitares apoyaban a dos candidatos, pero guardó cuidadosamente sus nombres. Esas denuncias abstractas ya no pegan.
En cambio, el lado positivo, es que el partido se ha comportado más como equipo. De manera más coherente, sin sacrificar los disensos y matices internos. Por allá en 1991 me decía Navarro Wolf que el liberalismo sin burocracia desaparecería. No es lo que ha ocurrido aunque tampoco se puede afirmar que su solidez resiste toda prueba.
Lo que ocurra hoy definirá su rumbo. Si, como esperan sus dirigentes, llega a los dos millones de votos, no sólo se afianzará de manera notable, sino que probablemente estará en condiciones de forzar una segunda vuelta. En un escenario así, aunque hoy parezca delirante, el candidato que se escoja podría derrotar a Uribe. Sobre todo si la economía sigue tosiendo. Es claro el cambio de estrategia de GaviriaCe: en vez de continuar como corcho en remolino dándole vueltas al referendo, se vino con una oposición integral al Gobierno. Falta ver si hay pacto con Vargas Lleras y si, en tal caso, éste derrota al candidato liberal que, se dice, será Pardo Rueda, quien está sobrado de equipaje en la bodega pero para ganarle a Vargas necesita más amperios en la batería.
Por el contrario, una votación escasa, por los lados del millón doscientos o menos, liquidará los actuales candidatos y pondrá en riesgo el espacio político del liberalismo. Aunque GaviriaCe ha proclamado que no será candidato, y es sincero en esto, un panorama como el descrito lo podría llevar, contra su voluntad, a asumir una candidatura más bien dirigida a preservar el poder del partido en el Congreso.
El conservatismo consiguió el pase de Noemí y Marta Lucía, dos líderes honestas. Noemí logró por fin despejar los nubarrones que le impedían encontrar pista de aterrizaje. Ella tiene experiencia y es capaz. Falta ver si logra recuperar el olor de novedad que la ha acompañado en otras ocasiones y que hasta ahora se aposenta en Fajardo. Andrés Felipe, a su edad, está haciendo el negoción completo.
GaviriaCar es un caso extraño. En la Corte era un verdadero liberal. Un librepensador. Aunque uno objete algunas sentencias suyas, hay que reconocer que marcó hitos de libertad. Extraña verlo ahora acompañado por dos vertientes: la inteligentísima pero intransigente del corte de Robledo; y la otra, lo peorcito del Polo.
Lo de los tres tenores es interesante, pero encierra su propia contradicción. Peñalosa es el líder más igualitarista de Colombia, pero desde una perspectiva estructural. Lucho en cambio cae en el paternalismo cotidiano. Los veo como agua y aceite.
Mañana veremos.
