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La fábula del alacrán y el rinoceronte

Humberto de la Calle

27 de noviembre de 2007 - 06:14 p. m.

En el último eslabón de acontecimientos que condujo a la drástica decisión de Uribe de dar por terminada la mediación del presidente Chávez, creo que el Presidente de Colombia tiene razón.

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Nadie mejor dotado que Chávez para entender que, no sólo en el campo de las relaciones internacionales, sino en el marco de la conducta militar, es inaceptable que el comandante de un ejército extranjero se entienda con los oficiales de otro ejército, así sea para la petición inocente de información sobre unos secuestrados. Por algo se empieza. No es una cuestión de soberanía abstracta, sino un asunto concretísimo casi de "conducto regular", palabra que Chávez no ignora y que, de paso, no permite que en su territorio sus subalternos la olviden.

Un poco más: frente a un proceso político francamente expansivo como el de Chávez, enmarcado en un socialismo del siglo XXI que se define como una estrategia supranacional, cualquier previsión es poca. Se sabe que hay círculos bolivarianos en toda América Latina. No se olvidan sus incursiones abiertas en procesos electorales. Recordemos a Bolivia, Perú, Argentina y Nicaragua. Aunque se dice que con propósitos estrictamente defensivos, Chávez ha adquirido y sigue adquiriendo armas a espuertas. Su Constitución, que será seguramente refrendada el 2 de diciembre, habla de unas fuerzas armadas antioligárquicas destinadas a sostener una guerra popular de resistencia. Sí, así como suena. No es un invento periodístico. Es el lenguaje textual de la Constitución.

De modo que, con dolor en el alma por los secuestrados, la reacción de Uribe era imperativa.

Pero en la gran narrativa, la actitud de Uribe merece crítica. Ya lo dijimos en esta columna, y perdóneseme la primera persona y la autocita. La cadena de sucesos Sarkozy-Granda-liberación unilateral de presos, que no fue sino el primer acto de un segundo episodio Piedad-Chávez, estaba condenada desde un principio a un final como éste. Por fortuna hay que exaltar la reacción gélida, hasta ahora, de la Cancillería venezolana. Ojalá el destino le dé la razón a la senadora Córdoba y avale su frase: "no hay que hacer de esto una guerra".

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Pero el panorama objetivo, sobre todo en el terreno de la economía, no da para el optimismo. Chávez ha propuesto un modelo proteccionista, que va desde la explotación directa a manos del Estado de sectores estratégicos -y para él estratégico es el campo en aras de la manera como entiende la seguridad alimentaria- hasta la eliminación de la autonomía del Banco Central y el manejo de las reservas exsedentarias directamente por el Presidente. Ya hay restricciones en alimentos y hay discusión sobre la venta de automóviles colombianos en Venezuela. Aprobada la Constitución, Chávez tendrá amparo jurídico y político para cerrar las importaciones.

Fábula: le pide el alacrán al rinoceronte que lo lleve en el lomo para cruzar el río. No; me picarás, dice el rino. De ninguna manera, tranquilízate, repone el alacrán. En medio de la corriente, el rino siente el aguijón. Mira hacia arriba con ojos tristes e inquisitivos. "No he podido dejar de ser alacrán", repone éste, sin rabia, con una lágrima en los ojos, simplemente sabiendo que es difícil cambiar la naturaleza de las cosas. Y de los hombres.

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