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Pero no me refiero, claro está, al famoso movimiento revolucionario de
Jorge Eliécer Gaitán (Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria) sino
a un grupo de personas, absolutamente actual. Su sigla, UNIR, viene de
esto: Uribistas No Inmediatamente Reeleccionistas.
Una cosa es la admiración por Uribe y el apoyo a su gobierno y otra la discutible idea de buscar una nueva reelección. Las motivaciones que ha dado a conocer la prensa para esta decisión, son diversas. Las bondades del gobierno de Uribe son visibles, a mi juicio. Pero, por ejemplo, mezclar en esta discusión los problemas con el presidente Chávez, puede ser un error mayúsculo que sólo tiende a prolongar la crisis con el país vecino.
Luego viene la oportunidad del anuncio tres días después de la gran marcha contra las Farc. Es un papayazo monumental. Un autogol memorable. Habrá tiempo para discutir una vez el Presidente hable. Una cosa, entendible, es que —como lo dijo él mismo— en una situación extrema, la famosa hecatombe, la necesidad de la reelección se tornase imperiosa e ineludible. Pero otra es que, estando como estamos lejos de esa situación crítica, se someta al país y a sus instituciones a una carga tan divisiva y tan polarizante.
El primer damnificado de toda esta operación será el propio presidente Uribe. Además, la discusión puede ser a la vez dañina e ineficaz. Falta mucho trecho para que un Congreso plagado de seguidores de futuros aspirantes, le dé vía libre a la iniciativa, aunque venga respaldada por miles de firmas.
Se arguye que la Thatcher, Blair, González, estuvieron más de una década en el poder. Quienes esto afirman, desconocen el mecanismo de relojería que acompaña a los regímenes parlamentarios, cuya fisiología se diferencia notablemente de sistemas presidenciales en los que el Presidente es jefe de Gobierno y jefe de Estado y recibe un mandato popular directo. Es aparentemente cierto que lo democrático es que el pueblo decida, así repita de manera indefinida la misma decisión. Pero el antídoto se encuentra en la necesidad de impedir la prolongación exagerada de un mandato, dados los desbalances que ello implica, mucho más notables en el sistema presidencial.
Por fin, y ahí viene la UNIR. Ahora es necesario evitar que los comandos reeleccionistas se vengan lanza en ristre contra miles de ciudadanos respetables que sin dejar de apreciar y apoyar a Uribe, estarán en contra de un tercer mandato. Por fortuna el jefe de la UNIR es nadie menos que Fabio Echeverri Correa. ¿Será esa suficiente protección?
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No entiendo cómo puede sostenerse válidamente que no hay que marchar el 6 de marzo. Sería un error monumental no hacerlo. Los medios, la sociedad, el país, deben apoyar a Iván Cepeda en su idea. Defiendo la política de seguridad de Uribe. Pero la intervención de José Obdulio en Hora 20, alegando que no hay que marchar porque la convocatoria la hacen las Farc, es innecesariamente agresiva y lejana de la realidad. No se puede discriminar entre las víctimas de la violencia y el Gobierno debe cuidarse de eso. Como tampoco es cierta la columna de Fernando Londoño: aceptar que han existido desafueros por parte de la fuerza pública no implica mancillar el honor de los militares. Ya salió un oscuro grupo en Nariño a amenazar a los marchantes. Las palabras agresivas dichas desde la cúpula, causan estragos en la base enceguecida.
