Vientos de guerra

Humberto de la Calle
23 de septiembre de 2018 - 07:30 a. m.

“No permitiré que Estados Unidos se convierta en la próxima Venezuela”. Eso lo dijo el jueves Donald Trump en Las Vegas. Y justificó esta frase melodramática por la existencia de un manojo de mamertos en las filas del Partido Demócrata. ¿No tiene esto un cierto aire de familia? Pero de Colombia a Estados Unidos hay un trecho. Venezolanizar la política gringa suena delirante.

Pero el ambiente está maluco. Hay que reconocerle a Almagro, secretario de la OEA, que rompió esa inercia somnolienta de su antecesor Insulza. Pero decir que no hay que descartar la opción militar frente a Venezuela es preocupante. El Grupo de Lima se opone y Colombia no firma la declaración. Pacho Santos recoge la idea, por fortuna neutralizada por Duque.

La escena es un poco macabra. Como esos muchachos amanecidos y borrachos que comienzan a jugar ruleta rusa. Una bala en el tambor del revólver. ¡Por favor! Una operación militar en Venezuela puede terminar siendo una gran catástrofe. Y Colombia en primera fila.

Pensemos en una caja de herramientas para esta situación:

Duque tiene razón en condenar el régimen oprobioso de Maduro. Su apelación a la Corte Penal es correcta. Es un camino dentro del derecho internacional.

Pero Colombia no puede correr el riesgo de convertirse en líder de una cruzada contra Maduro. Cuidado con ese airecito sietemachos que se oye por ahí. Gente sacando pecho a ver quién es más verraco y se pone en la vanguardia. Frente unido contra Maduro, sí. Pero Colombia debe ir en el pelotón. No cortando aire en la punta y menos como gregario de Estados Unidos.

Unificar la posición interna. ¿Para qué seguir con el cuento de que el castrochavista de Santos es un aliado de ese gobierno? El acercamiento a Venezuela fue una movida exclusivamente táctica, no ideológica. Teníamos la evidencia de que Chávez era un condición sine qua non para sentar a la guerrilla en la mesa. Y luego, con maña, fuimos logrando destetar a las Farc hasta el momento en que tuvieron claro que la negociación era con Colombia. Las relaciones Venezuela-conflicto en Colombia son viejas. Páez se rebeló. Uribe Uribe contó con su apoyo. Y hasta el socialcristiano Caldera estuvo a punto de abrirle oficina a las Farc. De modo que el caballito de batalla del nuevo mejor amigo es algo desueto.

Hace bien Duque clamando por apoyo internacional frente a la migración.

¿En qué consiste una acción militar? Algunos creerán que puede ser una operación quirúrgica tipo Noriega. Entran y sacan al sátrapa. No lo sabemos. Mucho depende de los militares venezolanos. Donde haya respuesta, esto empezará a parecerse a Irak. Y si hay repercusiones en la región, veremos un Vietnam. ¿Quién, si no Colombia, paga el pato?

¿Y quién hará esa guerra? Asesores americanos y campesinos de la región, sobre todo nuestros soldados que no pertenecen propiamente a la élite. Fácil mirar la cosa con un vaso de whiskey en un club social.

¿Qué haría el Eln? ¿Tendríamos la vigorización de una quinta columna terrorista en nuestro suelo?

¿Dónde se toman las decisiones? El uso de la fuerza corresponde a Naciones Unidas. ¿China y Rusia aceptarán? ¿O estaremos formando la semilla para una confrontación mundial? ¿Qué harán los países árabes amigos de Maduro?

La mejor guerra es la que no hay que librar.

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