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Sumercé

Ignacio Zuleta Ll.

25 de agosto de 2014 - 10:47 p. m.

El pueblo de Colombia en ejercicio de su poder soberano te notifica que ha decidido usar de manera preferente la forma de tuteo y mezclarla a su antojo con el voseo, el usted y el sumercé, indiscriminadamente y al tiempo.

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Se exceptúa la región Caribe, en donde el tuteo es de rigor y se aplica de manera apropiada y según las antiguas leyes del reino.

Los cambios en el lenguaje son apasionantes porque reflejan la situación de la sociedad y la cultura y su evolución, o involución. Ya será labor de los lingüistas y filólogos hacer sus apuntaciones críticas al rápido tránsito del país hacia el tuteo; lo cierto es que aún está en surco de dolores.

Desde el punto de vista de la democratización general del trato, que ha saltado del jerárquico Vuestra Merced del medioevo al igualitario Tu de nuestros caribeños, en pocos años, la tendencia al tuteo es saludable. Pero durante el proceso, la forma de dirigirnos los unos a los otros se ha vuelto un revoltillo y el resultado es por ahora desastroso por distintas causas.

La primera de ellas es el analfabetismo funcional. Según las ilusiones de la ministra Parody, en Colombia hay dos millones de analfabetos. Pero la realidad demuestra que de los 48 millones de colombianos, pocos pasarían en las pruebas PISA. El hecho de reconocer el ABC y silabear no significa que haya comprensión de lectura o que la ortografía y la gramática estén incorporadas. Como lo constata cualquier profesor universitario, el nivel de lectura y escritura de sus alumnos de educación superior es de llorar. El Cerlalc lo confirma: un colombiano no lee ni dos libros al año, en físico o en internet. Yo del Gobierno, en vez de repartir tanta tableta inteligente para modernizar la ignorancia, inundaría las escuelas con la vieja cartilla «Nacho lee», pues ¿cómo aprender a tutear si ni siquiera sabemos los pronombres personales ni leer?

Otra causa de la confusión es el ejemplo de los medios. Las presentadoras, los locutores, la actriz del «reality» y la propaganda te tutean, casi siempre mal tuteado: venga te digo. El Tú se puso de moda y es de buen tono tutear a diestra y a siniestra, sobre todo a siniestra. Como somos esnob, tú me tutea y él te tuteas.

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Si añadimos que en las distintas regiones del país se utilizan formas disímiles del pronombre personal —desde el Vos de Antioquia y Valle, el Usted seco o cariñoso de la región andina hasta el Sumercé supérstite del altiplano, y sólo en el Caribe se tutea al derecho— todavía no está claro cómo es que debo hablarte.

Yo, personalmente y ante el caos, he optado por mi ancestral sumercé, porque no es ni tan serio como el usted formal ni tan confianzudo como el tú fuera de contexto. Además, aquí en la costa, cuando a la negra linda del bollo limpio le digo «sumercé», pela unos dientes magníficos y me contagia la risa entre burlona y sorprendida al oír que alguien aún usa de manera natural un término que sus bisabuelos esclavos usaban con sus amos, y que lo use al revés de lo que establecían los cánones antiguos.

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