Esta semana, en el marco del sexto Congreso Empresarial Colombiano de la ANDI, se dio oficialmente apertura a la carrera presidencial del 2022.
En los 15 minutos que le dieron a cada precandidato presidencial para exponer sus propuestas de gobierno, todos coincidieron en el mismo diagnóstico, pero no en las mismas soluciones. Los precandidatos afirmaron que el paciente que van a recibir el 7 de agosto del año entrante entrará directo a sala de urgencias como consecuencia de las secuelas que le dejó el COVID-19 y de las enfermedades crónicas que padece hace años como corrupción, desempleo, pobreza, narcotráfico, endeudamiento, inseguridad e injusticia.
Después de escuchar a la mayoría de los precandidatos que pasaron al tablero a exponer sus fórmulas o programas de gobierno, me quedó una conclusión bien clara. Este paciente que se llama Colombia no requiere un presidente de izquierda, centro o derecha, este país está necesitando urgentemente un mandatario con mucha experiencia en el manejo de lo económico y liderazgo en lo político. Como dijera el famoso médico y académico español José de Letamendi. “El que sólo sabe medicina ni medicina sabe”.
Lo otro bueno de destacar en este primer foro de precalentamiento electoral es que Colombia, a diferencia de otros países de Latinoamérica, tiene varias opciones de candidatos bien preparados, con vasta experiencia y muy exitosos en su paso por la carrera pública y privada. Ahí está el claro ejemplo de Óscar Iván Zuluaga, Juan Carlos Echeverry, Enrique Peñalosa, Eduardo Verano, Dilian Francisca Toro y Fico Gutiérrez, etc. Hay otros que vienen haciendo una extraordinaria carrera política, como Rafael Nieto, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Alejandro Gaviria, Sergio Fajardo y Juan Manuel Galán.
Si los colombianos le dedicaran un ratico a escuchar las propuestas presentadas ante en este primer fogueo de precandidatos presidenciales (están todas en Google), no van a necesitar que los agitadores de las redes sociales (las bodegas de Twitter) o alguien con una bolsa de dinero de procedencia ilícita los venga a influenciar para votar por alguien equivocadamente. Hagan el ejercicio, no les dé pereza. Basta con escucharlos y mirar la situación que estamos afrontando en este país para darnos cuenta de quiénes tienen la capacidad, el liderazgo y la determinación de convocar a la gran mayoría de los colombianos para que juntos logremos erradicar mediante reformas estructurales la politiquería en la justicia, los órganos de control, el Congreso y la Rama Ejecutiva. No nos echemos mentiras, la única manera de sacar este país adelante —como lo dijo Óscar Iván Zuluaga— es a través de un acuerdo nacional sobre lo fundamental con todos los sectores y los ciudadanos.
Claramente, el riesgo de la próxima elección presidencial es el voto castigo. Los colombianos estamos decepcionados de tanto discurso bonito y promesas incumplidas; de la extorsión y complicidad entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial; de los escándalos semanales de corrupción; de la falta de oportunidad de un empleo digno, y del derroche de dineros públicos en la burocracia del aparato estatal. Ojo con estos temas, un perro con rabia muerde hasta su propio dueño.
En el tintero. Increíble que estemos desaprovechando la oportunidad del superciclo de precios en los commodities agrícolas.