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Cada cuatro años, los titulares se repiten: El candidato X ganó la Presidencia gracias a los votos de la Costa Atlántica. Pero hay una paradoja: aunque esta región -con cerca de 8,6 millones de votos habilitados en 2026 - define el resultado electoral, desde 1886, cuando fue elegido Rafael Núñez, no volvimos a tener presidente.
¿Qué experimentamos en la práctica? Hemos votado por líderes foráneos, entregado nuestros eventos culturales al “cachaquismo” y confiado la gestión de proyectos a firmas del interior. Mientras tanto, cuando vamos a Bogotá, enfrentamos desprecio, etiquetas como “corroncho” o “costeño fantoche” y barreras burocráticas que nos subvaloran.
Un caso histórico emblemático es el de Evaristo Sourdis, candidato costeño en 1970. Obtuvo 336.286 votos, mientras que Misael Pastrana ganó con 1.625.025 votos —casi cinco veces más— a pesar del respaldo regional. El mensaje costeño fue claro: no queríamos un líder de casa, parecíamos contentos con “ser espectadores”. Hoy volvemos a repetir la historia con Abelardo de la Espriella, abogado, empresario y orgullo de la Costa. Va puntero, pero muchos actores locales siguen apoyando candidatos del interior, ignorando nuestra oportunidad de oro.
No desmerezco a figuras como Sergio Fajardo o Juan Carlos Pinzón; son candidatos serios, con propuestas respetables. Pero si en la contienda hay un costeño con igual preparación, liderazgo y visión, nuestra obligación moral y estratégica es respaldarlo sin titubeos. Es hora de aprender de los paisas: ellos se apoyan, se proyectan y defienden a sus líderes con convicción.
La coyuntura nacional no admite improvisaciones. Colombia atraviesa una crisis política, económica y social que exige un líder con determinación, carácter y capacidad para rodearse de los mejores. Necesitamos a alguien que saque al país de la sala de cuidados intensivos en la que lo ha dejado el actual régimen de izquierda, encabezado por Petro y sostenido por figuras como Cepeda, Roy Barreras, Claudia López, Ernesto Samper y Juan Manuel Santos. El momento demanda firmeza, visión y sentido de pertenencia. Si no lo entendemos ahora, seguiremos siendo espectadores de nuestra propia historia.
Por eso, hago un llamado urgente a los 8,6 millones de costeños habilitados para votar en 2026: recuperemos el sentido de pertenencia y apoyemos a quienes representan nuestra identidad. No permitamos que cada 45 años tengamos un líder propio solo para que la región lo olvide una vez pase la elección. Talento, vocación y capacidad sobran; lo que falta es valentía para creer en nosotros.
Este es el momento de romper el ciclo. O defendemos nuestra voz y nuestro liderazgo, o aceptamos seguir siendo la región que pone presidentes, pero nunca elige uno propio. La decisión está en nuestras manos.
