Las vacas sagradas

Indalecio Dangond B.
15 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

No existe en Colombia un sector con más representación y vigilancia que el sector ganadero. Mientras los 550.000 productores de café están representados por una sola agremiación (Fedecafé), los 400.000 ganaderos tienen a Fedegán, Analac, Asocebú, Unaga, Fundagán, Asobrangus y la Nueva Federación de Ganaderos. Además, cuentan con el apoyo del Ministerio de Agricultura, ICA, Corpoica, Invima y todas las secretarías de agricultura departamentales.

Para mantener a esta enorme burocracia, los ganaderos deben aportar al Fondo Nacional del Ganado el 0,75 % por cada litro de leche que venden a la industria y $17.237 por cada cabeza de ganado que vendan a los frigoríficos. Es decir, si se acopian 3.291 millones de litros al año —a un precio promedio de $910/litro— y se sacrifican cuatro millones de cabezas de ganado bovino anuales, los ganaderos aportan al fondo unos $ 90.708 millones al año.  

Esos dineros deben ser reinvertidos en programas de vacunación contra la fiebre aftosa, para implementar programas en buenas prácticas ganaderas y transferencia de tecnología para mejorar la productividad y rentabilidad de los ganaderos, impulsar campañas de fomento al consumo de leche y carne, conseguir nuevos mercados externos y promover programas de financiamiento para las necesidades de capital de trabajo e inversión de los ganaderos.

Por otra parte, las entidades públicas (ICA, Corpoica, Invima y Ministerio de Agricultura) realizan inversiones en asistencia técnica, construcción de laboratorios, programas de mejoramiento genético, campañas de consumo, programas de estabilización de precios y de suplementación bovina. En el año 2016, la inversión de estas entidades al sector ganadero superó la cifra de los $300.000 millones.

Es aquí donde uno se pregunta, ¿cómo es posible que con toda esa cantidad de dinero que aportan los ganaderos y el Gobierno, el sector tenga los peores indicadores de productividad del sector agropecuario del país? Para citar algunas cifras: i) Junto con el algodonero, son los dos sectores con las peores cifras de crecimiento. ii) Tienen un promedio de productividad nacional de 4,2 litros/vaca/día cuando deberían estar por encima de los 12 litros. iii) Utilizan el mayor número de hectáreas por animal (23 millones de cabezas en 32 millones de hectáreas). iv) El consumo per cápita de leche (143 litros/habitante/año) y de carne (19,5 kg/habitante/año) es muy bajo. v) El mercado externo está limitado sólo a cinco países.

Claramente, esta delicada crisis del sector ganadero es el resultado del irresponsable manejo político que le han desde el Palacio de Nariño a las entidades públicas antes mencionadas. Las convirtieron en fortines políticos de varios congresistas de la coalición de Gobierno. También les cabe una gran responsabilidad a los gremios ganaderos que, en vez de trabajar en la productividad de sus asociados, prefieren gastarse los dineros en ferias, foros y viáticos por todo el mundo.

Mientras los 400.000 ganaderos andan angustiados por las enormes pérdidas que se les vienen encima por el sacrifico de sus ganados, el cierre de sus zonas ganaderas, la disminución de su producción y la caída del consumo por la pérdida en la confianza de los consumidores, las vacas sagradas de la ganadería —pública y privada— siguen en una rapiña por los dineros del Fondo del Ganado. Qué tristeza.

*Consultor.

 

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