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A finales del año pasado tuve la oportunidad de asistir a un conversatorio con dos de los grandes encuestadores del país. Cuando terminaron de hacer su análisis sobre la elección presidencial de este año, me acerqué a uno de ellos y le pregunté quién creía que podría ser el próximo presidente de Colombia. Sin titubear me dijo: quien tenga el mejor discurso, la mayor base política y la mejor imagen. El primero vale un 35%, el segundo, otro 35% y el tercero, un 30%.
Seguidamente le pregunté: ¿qué era un buen discurso para él? Me respondió que los colombianos van a elegir como próximo presidente de Colombia al candidato que presente el mejor programa de gobierno que reforme la desprestigiada justicia del país, que impulse a la estancada economía, acabe con la corrupta mermelada, resuelva el despelote de la movilidad en las principales ciudades del país y presente el mejor programa de transformación productiva.
Totalmente de acuerdo. Los colombianos estamos cansados de tanta inmoralidad en la justicia y la política, de la falta de oportunidad de un empleo o ingreso digno, de la exagerada carga tributaria, del derroche en el gasto público, del atraso en la infraestructura vial, del caos del tráfico en las ciudades capitales y del abandono del sector agroindustrial. El que tenga bien organizadas las ideas para combatir estos lastres del país tiene asegurado el primer 35% del puntaje total.
El segundo requisito importante para llegar a la Casa de Nariño es la base política. Sin duda alguna, esta es la parte más importante de una contienda electoral. Quien tenga el mayor número de senadores, representantes a la Cámara, gobernadores, alcaldes, diputados, concejales, ediles elegidos, más los votos de las organizaciones gremiales y de opinión, tiene el otro 35% asegurado. Al que no tenga la base bien organizada puede pasarle como al ciclista Nairo Quintana, que perdió los tres tours más importantes de Europa —en las últimas etapas— por no tener equipo.
El tercer y último requisito, considerado muy importante para sellar el triunfo a la Presidencia de República, es el carisma y la buena imagen del candidato. Muchas veces, se tiene buena imagen y cero carisma. Y viceversa. En pasadas elecciones muchos se han quemado por no contar con este 30% restante.
Claramente, los debates televisivos con los candidatos presidenciales van a permitir que los colombianos identifiquemos el candidato que cumple con estos tres requisitos. Por ahora, le están dando el mejor puntaje en programa de gobierno, organización electoral e imagen a Iván Duque. Si la confianza sigue creciendo en las próximas encuestas, puede ganar en primera vuelta.
En el tintero: Si no hay segunda vuelta presidencial nos ahorramos $250.000 millones. Con esa platica se pueden alimentar 115.000 niños de escasos recursos en un año o construir unas 8.000 viviendas para familias campesinas en zonas rurales apartadas del país. ¡Hagamos esa obra de caridad a esas familias, por Dios!
