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Cómo empezamos / cómo vamos

Isabel Segovia
06 de abril de 2022 - 05:30 a. m.

Para descansar un poco de la campaña política que durará dos intensos meses más y aprovechando la discusión que se ha dado por las propuestas de algunos candidatos de modificar la Ley 100 y, por consiguiente, el modelo de salud de los colombianos, quiero compartirles una experiencia personal que ocupa mis emociones estos días, la cual empieza mal, dura mucho, pero al parecer tendrá un final feliz.

Cómo empezamos: hace un poco más de dos años, en una alegre caminata durante la Batalla de Flores del Carnaval de Barranquilla, me lesioné una rodilla. Esta, que traía un desgaste severo por un accidente que sufrí hace más de treinta años y una posterior cirugía que me dejó vivir tranquila hasta ese momento, incluso trotando, finalmente falló. Llegó la pandemia y su encierro, y con ella millones de exámenes, varias infiltraciones, terapias infinitas y consultas con varios especialistas, que me llevaron a tomar la decisión de hacerme un reemplazo completo de rodilla. Según los médicos, era muy joven para ese procedimiento (por lo menos para eso sí lo era), pero no había otra alternativa si no quería seguir aguantando dolor.

La cirugía, que consiste en cortar, sacar toda la rodilla y cambiarla por una prótesis de titanio y plástico, se realizó en octubre de 2020. Una intervención con altas probabilidades de éxito tuvo resultados desastrosos que acabaron por completo con mi bienestar físico y mental. Fue mucho peor la cura que la enfermedad, pasé de caminar con algún dolor a prácticamente no poder volver a hacerlo, y ni hablar de correr o bailar, o simplemente salir con mis perritas a pasear.

Volvieron las infinitas terapias, infiltraciones, consultas médicas, exámenes y hasta la remisión a la Clínica del Dolor, pues, según el médico que me operó y los colegas que supuestamente consultó, mi problema era crónico y cerebral. En otras palabras, como nada funcionaba, excepto considerar la posibilidad de que la cirugía hubiera quedado mal, yo había “enloquecido”. La dolencia que padecía desde febrero de 2020 empeoró y empeoró y al parecer ya no solo tenía una rodilla enferma, sino que además estaba mal de la cabeza. Efectivamente, el dolor crónico chifla, en eso el médico no se equivocó. Cambió mi vida, nunca pude retomar muchas de las cosas que me gustaba hacer y la gente a mi alrededor también sufrió las consecuencias de tener que convivir con el padecimiento ajeno.

Cómo vamos: afortunada, a diferencia de millones de pacientes, encontré un especialista que decidió revisarme la rodilla, no tanto la cabeza, y considerar que de pronto lo que había pasado es que la cirugía no había quedado bien. Volvió a operarme y encontró un desastre, una prótesis completamente suelta, inestable y mal pegada. La reemplazó por aquella que debería ponerme en quince o veinte años, y funcionó. Llevo tres semanas de recuperación y ya casi no duele, soy autónoma y hasta la cara me cambió. Seguramente sigo un poco mal de la cabeza, pero ya no se debe a un dolor crónico generado por una mala práctica médica. Soy feliz, muy feliz. Independiente del sistema de salud que tengamos, lo más importante es que los médicos no olviden su responsabilidad de curar. Caí en manos de un profesional que no me remendó, sino que terminó de atrofiarme, seguramente sin intención, pero lo grave fue que nunca se le ocurrió pensar que su trabajo quedó mal.

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alejo.tb@hotmail.com(4153)07 de abril de 2022 - 10:25 p. m.
El que está mal de la cabeza y de las manos es ese cirujano chambón que la operó mal¡¡
Glory(4txhc)07 de abril de 2022 - 03:30 a. m.
A veces no es sólo el sistema de salud, sino los médicos que ejercen mal su profesión. Ojalá este por terminar la práctica del acetaminofen para todo. jajajaa
Yamil(31918)07 de abril de 2022 - 03:01 a. m.
Sabiduría para las nuevas generaciones
Alberto(3788)06 de abril de 2022 - 11:20 p. m.
Importante testimonio que ojalá llegue a todo el gremio médico. Enhorabuena por su recuperación.
alvaro(76376)06 de abril de 2022 - 09:45 p. m.
Cómo me alegra que la historia haya terminado felizmente,lástima que la ética médica no opere o si "OPERA" pero mal.Y si estando mal de la cabeza escribe con tanta lucidés ,disfrutaremos ahora más sus acertadas columnas.
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