La semana pasada cumplimos un año con los colegios del país cerrados, vulnerando el derecho a la educación de los niños y de los jóvenes. Se ahondaron las terribles brechas sociales entre los pocos niños privilegiados y una gran mayoría que, en el mejor de los casos, “estudió” con guías educativas, sin apoyo, ni instrucción. Las pérdidas, tanto las de aprendizaje como las económicas, serán enormes y como sociedad sufriremos durante décadas las consecuencias de esta nefasta decisión.
La presión ciudadana logró, por lo menos en el discurso, un acuerdo para abrir. Sin embargo, después de meses de difundir la evidencia y comunicar los...
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