Ética vs. legalidad

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Isabel Segovia
05 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.
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No por ser legal se es ético. Tenemos una idiosincrasia a la que le fascinan las leyes porque ellas nos excusan al cometer actos que a todas luces son poco éticos. La diferencia entre las culturas más desarrolladas y nosotros es justamente esa: nuestra línea ética es más flexible que la de aquellas más cívicas y respetuosas. Es por esta razón que la educación termina siendo un factor diferencial entre una sociedad y otra, pero no la educación matemática, científica o de lenguaje, porque esa por sí sola no nos garantiza el avance si no está acompañada de una educación que nos permita ser buenas personas. La ciencia y el lenguaje en manos de corruptos son fácilmente manipulables y, por ello, si no nos convertimos en una sociedad ética y educada, no vamos a progresar.

La tan comentada discusión sobre el asesinato de tres supuestos ladrones por parte de un prestigioso médico parece ser un buen ejemplo para reflexionar sobre la diferencia entre la ética y la legalidad. No se pretende con este análisis juzgar si el doctor es inocente o no. Justamente porque nos encanta volvernos jueces, nunca damos el debate sobre si nuestros actos y comportamientos son éticos o no. La discusión se ha centrado en el derecho a matar en legítima defensa. Es probable que legalmente el médico sea inocente, pero andar armado y matar a quienes pretendían robarlo con un cuchillo me parece cuestionable éticamente. Sin embargo, peor aún que el acto mismo es el eco y la barra que ha tenido. Su actuar lo justificaría el que al parecer no fue premeditado y se encontraba en una situación de extrema vulnerabilidad, lo reprochable es que algunos ciudadanos lo conviertan en héroe.

Esa actitud es justamente la que raya con la falta de moral. Así se tenga derecho a la legítima defensa, matar no puede ser una acción admirable. Si ejercer ese derecho justificara esta reacción, ¿podríamos entonces asesinar a todos los corruptos que diariamente roban a los colombianos? Claramente, acabar con todos los ladrones no garantiza que queden solo los “buenos”, por el contrario, asegura que queden solo los asesinos. No sé cómo se estará sintiendo el médico, pero si por azar una persona correcta se viera “obligada” a actuar como él, seguro se sentiría como un asesino. La vergüenza nunca le permitiría dejarse convertir en héroe nacional.

Los colombianos somos trabajadores, echados para adelante, creativos, emprendedores, incluso aquellos que no tienen la oportunidad de educarse apropiadamente. Sin embargo, el estándar ético es amplio y flexible. Eso es justamente lo que nos diferencia de otras sociedades, justificar al corrupto y al asesino. Es lo que nos convirtió en un país paria y en una cultura traqueta. Los buenos en los países más justos son verdaderamente buenos, éticos y nunca transgreden o acomodan las leyes para su beneficio. En Colombia los buenos son los que triunfan, sin importar si para lograrlo ajustaron las leyes. Lo importante es que no sea muy evidente o no dejarse pillar. El reto es grande, porque si el ejemplo familiar es ese, no hay sistema educativo que logre hacerle contrapeso. Puede ser que el médico haya ejercido el derecho a su legítima defensa y la ley lo absuelva por esas muertes; sin embargo, no promulguemos como heroicas este tipo de actuaciones, justificadas o no.

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