Este año hizo más evidente el menosprecio a la ciencia por parte de los gobiernos populistas. La ciencia incomoda, no es milagrosa, no ayuda a sustentar el clientelismo y no necesita de políticos intermediarios para solucionar problemas. Despreciarla implica además menospreciar la educación, lo que habla muy mal de este y todos los gobiernos, aunque repitan orgullosamente el eslogan de que la educación y los niños son lo primero.
Nombrar en cargos directivos a personas sin formación académica en el campo que pretenden liderar es desestimar el conocimiento. Esto no es nuevo pues, además de las razones políticas de muchos de los...
Conoce más
