Somos una sociedad indiferente y apática, del sálvese quien pueda, si no es conmigo no interesa, si no me afecta no es importante, con poca comprensión de lo que significa el bien común y lo relevante que es para el bienestar individual. Ejemplos que demuestran nuestra falta de empatía van desde actos al parecer insignificantes, como parquear donde nos provoca (sin importar el caos que generemos), a realmente indignantes, como robarse los recursos de la alimentación de los niños. Existen razones socioculturales que explican nuestra incapacidad de sentir lo que está sintiendo el otro. Un país que no ha logrado generar bienestar para todos sus ciudadanos, permeado por la violencia y la injusticia social, y que perpetúa las inequidades, produce un entorno donde la gente no encuentra otra opción que el egoísmo y la indiferencia para sobrevivir.
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01 de octubre de 2019 - 07:53 p. m.
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