Cuando nació mi hija, una amiga al felicitarme me dijo que se alegraba mucho de que fuera niña, pues ella sentía que en estos tiempos la vida de los niños era mucho más difícil. Admito que me pareció interesante la afirmación, pues al crecer en un mundo donde las inequidades de género afectan principalmente a las mujeres, nunca había pensado que tener una niña debería generarme alivio. Claro, la aserción se refería a las mujeres privilegiadas que, incluso en este país, no están en situación de inequidad. Sería imposible sostener esa tesis en regiones donde las mujeres siguen siendo consideradas seres inferiores y el machismo impera.
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