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La ineptocracia

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Isabel Segovia
30 de junio de 2021 - 05:30 a. m.
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Está comprobado que la educación es fundamental para lograr movilidad social, equidad y desarrollo económico, pero no es ni será nunca milagrosa. No importa cuánto nos eduquemos ni qué tan buena sea la formación que recibamos, si el Estado sigue capturado por unos pocos que perpetúan prácticas clientelistas, reemplazando la meritocracia por la ineptocracia.

El clientelismo es una forma de corrupción común, combatida a veces sin éxito por los sistemas de gobierno democráticos. Sin embargo, existen países en los que no solo no se rechaza, sino que es ampliamente aceptado y, por consiguiente, utilizado por la administración de turno como una estrategia para mantenerse en el poder, sin importar las consecuencias.

Su uso indiscriminado lleva a que el Estado no solo se corrompa, sino que se vuelva inoperante. Si los puestos directivos son ocupados solamente por amigos, clientes, hermanos, primos, tíos, esposos, etc., no hay educación que valga para lograr movilidad ni parentela preparada que alcance para lograr un gobierno mínimamente calificado. Cuando el clientelismo se aplica sin pudor, el gobierno termina compuesto por corruptos que plagian, falsifican títulos y roban sin control, por delincuentes, narcotraficantes y paramilitares o, en el mejor de los casos, por sus familiares.

En Colombia los nombramientos sin la formación necesaria ni la experiencia exigida se volvieron parte del paisaje. Entre más alto el cargo, menos requisitos tiene, y si el personaje elegido los cumple o no, poco importa. Los altos funcionarios se nombran por razones de conveniencia, y los expertos, preparados y con experiencia, cada vez tienen menos espacio para aportar. Los ejemplos son abundantes, pero tal vez el que más muestra el desprecio hacia la educación es el de la carrera diplomática en nuestro país. Los profesionales que dedican tiempo y recursos para graduarse de la Academia Diplomática Augusto Ramírez Ocampo raramente ocupan cargos de alto nivel dentro de su profesión. La mayoría de los embajadores, sus segundos y los cónsules son escogidos entre funcionarios y políticos a quienes se quiere premiar o agradecer, pero rara vez tienen formación o experiencia en el sector. Si esto es así en el ámbito diplomático de un país al que le importa más su imagen en el exterior que lo que sucede internamente (como se evidenció durante el último paro), imaginen el clientelismo a cuya merced se encuentra el resto de la administración pública.

Las prácticas clientelistas están desbordadas y no es de extrañarse, pues después de elegir a un personaje sin formación ni experiencia para ocupar el cargo más importante del país, ¿qué podemos esperar de los demás nombramientos? El profesor Moisés Wasserman afirmó sabiamente que hay quienes ocupan cargos para obtener reconocimiento, mientras que otros lo hacen por ser expertos y muy reconocidos. En Colombia lo común es ser nombrado para volverse importante. Si es cierto que los buenos somos más, cuesta creer que en un país de 50 millones de habitantes no existan personas preparadas, honestas y libres de vínculos con el hampa, para tener que seguir condenados a esta tragedia en medio de la peor crisis de nuestra historia moderna. Ya que no logramos mantener la corrupción en sus justas proporciones, ojalá pudiéramos hacerlo con la incompetencia.

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Judith(76151)01 de julio de 2021 - 05:16 p. m.
Muy bueno!
Mario(16018)01 de julio de 2021 - 01:56 a. m.
Excelente columna.
JOSE(25932)01 de julio de 2021 - 12:44 a. m.
DIJO EL POETA URUGUAYO, MARIO BENEDETTI: " QUE MI HIJO SEA HONESTO,INTELIGENTE, ASI NUNCA SERÁ MINISTRO. " Podrán haber excepciones, pero muy pocas. De lo que más está infectado buena parte de la burocracia que no ha llegado a cargos del estado por meritocracia, sino por dedocracia.....o aristocracia, los méritos de muchos si los consiguen a pulso, con berraquera colombiana. ¡
toribio(27030)30 de junio de 2021 - 11:53 p. m.
Hola,estimada Isabel. Bien eso de que denuncies la inabilidad de ciertos cargos. Eso es una de las causas del atraso de Colombia. (No estoy seguro de que haya que aplicar el concepto de calificación técnica en puestos que realmente necesitan de otra clase de virtudes, como por ejemplo la simpatía del personaje, etc, etc.)
  • Judith(76151)01 de julio de 2021 - 05:10 p. m.
    En este caso, la persona debe contar con los dos tipos de requisitos.
eudoro(79178)30 de junio de 2021 - 10:50 p. m.
Así es Isabel, excelente columna. Pero la tragedia no es solamente en el ámbito diplomático, ya de por sí muy grave, en este gobierno y en los anteriores y seguirá en los sucesivos. También lo es en la justicia, en los eufemísticamente llamados órganos de control, en el Congreso, mejor dicho en todas las instituciones políticas del Estado. Distopía plena.
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