Mi hija y yo salíamos del país un sábado, a finales del año pasado. Como siempre, en diciembre, por la cantidad de trabajo y los mil eventos, todo se hace corriendo y a última hora. El viernes en la noche nos organizábamos para viajar y me acordé del permiso de salida para ella. Seguro más de un lector en este momento recuerda que le sucedió algo similar. Tampoco era la primera vez que me pasaba. Hace unos años tuve que reagendar un vuelo, asumiendo los costos extra, porque era domingo y el vuelo salía a primera hora del día siguiente. Afortunadamente, en esta oportunidad pudimos tramitar el anacrónico documento el sábado temprano...
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