La senadora Paloma Valencia, alfil incondicional de Uribe, anunció la semana pasada que quiere ser presidenta de Colombia. No deja de sorprender la cantidad de personas que quieren serlo, con lo difícil que es el trabajito. No cabe duda, el poder hipnotiza. Pero una cosa es querer y otra es poder. Quién sabe si Paloma será una más que lo desee y no lo alcance; pero si Duque pudo, no parece imposible que Paloma lo logre también.
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La senadora Valencia es joven, inexperta y muy uribista. La única diferencia evidente con Duque es que ella nunca se ha presentado como moderada dentro del partido, tal como lo hizo el actual presidente para hacerse elegir. Su posición ultraconservadora y de derecha ha sido clara siempre. En eso es más auténtica que Duque y si por cualquier giro del destino fuera elegida, desde el principio sabríamos a qué atenernos.
Entre los fieles soldados de Uribe, Paloma ha sobresalido. Aunque es difícil medir la lealtad entre ese grupo de cuasi fans, la senadora, sin duda, está en el podio; basta con recodar cuando grabó un video promocionando el No al Acuerdo de Paz y apareció colgado en su estudio el cuadro del Sagrado Corazón con la cara de Uribe. ¿Se imaginan ustedes con un cuadro así en sus casas? Adicionalmente, expresa abiertamente su profunda admiración por él. Frases como que Uribe es “el mejor y más valiente presidente de la historia de Colombia, solo comparable al libertador Simón Bolívar” lo comprueban.
Ha sido coequipera del expresidente en las peleas más sonadas; lo acompañó sin descanso en la campaña del No, ha sido una vociferante opositora de la Justicia Especial para la Paz (JEP) y ahora es una de las principales defensoras de las objeciones a la JEP presentadas por Duque, y aunque Uribe la abandonó, fueron los dos quienes presentaron la propuesta de ley para acabar con las cortes y convertirlas en una.
También ha sido la más importante generadora de cortinas de humo para enrarecer el ambiente político cuando su jefe lo necesita. Esto se vio claramente en el debate de control político al fiscal por el escándalo de Odebrecht, pues fue ella quien lanzó el polémico video de Petro recibiendo plata en efectivo, y fue la que generó la cuestionable noticia de la posible detención de Uribe por parte de la Corte Suprema de Justicia en retaliación a la victoria de Duque, dándole al expresidente mucho protagonismo.
Por último, le ha servido de comodín político. Uribe la lanzó como precandidata a la Presidencia y ella salió severamente derrotada, quedando de última en la encuesta del partido, y como precandidata a la Alcaldía de Bogotá, aunque su nombre desapareció de repente y de la nada terminó elegida Ángela Garzón, hija de Angelino, a quien sí toca comprarle su lealtad.
Sorpresas nos da la vida y, por más descabellado que parezca, Paloma puede tener posibilidades de alcanzar su sueño. Quién sabe si las mismas que tuvo Duque, personaje que hace un par de años ni sabíamos quién era. Claro está, la selección del candidato del Centro Democrático dependerá de cómo le vaya al presidente actual, y aunque la senadora conoce bien la talla de zapatos de su jefe, y su nivel de uribismo es difícil de igualar, deberá tener los ojos bien abiertos pues, como se ha demostrado, los más fieles servidores son los que comúnmente terminan sacrificados.