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A la pelotica...

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Iván Mejía Álvarez
13 de junio de 2010 - 12:59 a. m.
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La experiencia de haber vivido ocho mundiales indica que los juicios iniciales pueden ser erróneos y que en la medida que se vaya desarrollando el evento las circunstancias pueden cambiar radicalmente.

Por eso, es necesario tener pies de plomo en los juicios y darle tiempo al tiempo.

Por ejemplo, viendo a México frente a Sudáfrica en el lánguido empate a un gol, es fácil colegir que el elenco azteca está sobrevalorado por sus hinchas que se atreven a mencionarlo entre los cuatro finalistas. Equipo desbalanceado a lo ancho de la cancha, con muchos tocadorcitos livianitos, que tiene problemas de pegada y definición. Así se le había visto contra Inglaterra en el amistoso. Su balance numérico de posesión de bola, un radical 63%, podría indicar que el onceno de Aguirre encontró en la tenencia de pelota la formula mágica, la pócima. Pues no, su toque es centralizado y no está acompañado del concepto de posición ofensiva. Durante largos ratos en la primera fase parecía estar viendo una selección colombiana, mucha posesión y nada de remate y definición.

Debo confesar que no entendí la figura táctica de Aguirre. Subir un lateral al medio, incrustar a Rafa Márquez entre los centrales, manejar un tres en el fondo y dos “laterales-volantes” tiene sus peligros en la repartición de espacios y puede, como le sucedió a México, abrir boquetes inmensos en los costados. El zorro de Parreira lo entendió claro, les envió a los volantes externos a jugar a espaldas de Aguilar y Salcedo, y por allí llegó el gol de Tshabalala.

El empate fue un castigo al futbolito mexicano y pudo ser peor si entra el remate de último minuto que pegó en el palo. Como equipo, como bloque, como expresión futbolística, más Sudáfrica que México, un elenco manito decepcionante, muy promocionado, pero con poca presencia en el campo. Aguirre se acordó muy tarde de Andrés Guardado, quien le abrió la cancha, desembotelló el medio y llevó a los manitos a la igualdad.

Sobre el papel, otra vez los juicios que pueden ser controvertibles, tanto México como Sudáfrica sufrirán mucho ante Francia y Uruguay que igualaron sin goles, pero dejaron constancia de más fútbol, más visión táctica, mayor poderío colectivo.

Domenech sigue sin encontrar el equipo. A última hora dejó por fuera a Malouda para darle juego a Diaby. Más marca, más equilibrio, menos talento. Nada que ver con el equipo que había caído lánguidamente frente a China. Un buen equipo, bien paradito, con jugadores idóneos y bien dotados. Un equipo para respetar, que como coja mal parados a Sudáfrica y a México los puede golear.

Uruguay mantiene la fisonomía de la eliminatoria. Sólido en defensa, cuatro volantes laboriosos en el medio, poca claridad para elaborar juego, pero Forlán, un gran jugador que puede resolver en cualquier momento.

Arrancó este cuento, la pelota ya está en movimiento y este grupo parece tener dos elencos superiores. No se habla más de vuvuezuelas, robos, el balón, la desorganización o la inseguridad. Se habla de la pelota. Y a eso fue que vinimos.

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