No hay jugadores para tanta plata. El mercado mundial se enloqueció con los últimos acontecimientos y la pregunta generalizada ante el descontrol global es hasta dónde llegarán los precios de los jugadores de fútbol y la irresponsabilidad de los directivos que gastan a manos llenas en un desborde que hace sonrojar a cualquiera.
El PSG está por la tarea de pagar la cláusula de rescisión de Neymar, 222 millones de euros, en una operación que puede salir sobre los 300. Demasiado dinero por un jugador de fútbol, sobre todo para un equipo de la liga francesa, que en el baremo de las ligas europeas, según la propia UEFA, está en la segunda categoría.
Otro club galo, el Mónaco, le ha puesto un precio irreal de 200 millones de euros a Mbapeé, la joya de la corona, un chico que apenas está saliendo, que no ha ganado nada, que ni siquiera es titular de la selección francesa, pero por el que se desviven los grandes del mercado, Real Madrid, Manchester City, Manchester United, Barcelona y el mismo PSG.
Al fútbol han llegado unos actores muy poderosos y ricos: los magnates chinos, los empresarios asiáticos de Singapur y otros países muy ricos, como los rusos, y sobre todo los jeques árabes que con sus multimillonarias fortunas de petrodólares ponen condiciones y compran lo que parece les viene en gana, como es el caso del jeque catarí que maneja el PSG. Contra estas nuevas chequeras tienen que luchar los clubes ricos de toda la vida como Real Madrid, Barcelona y Manchester United.
El mercado está solvente, hay mucha plata para comprar, las leyes promulgadas en los últimos años para limitar los temas financieros son violadas constantemente con diferentes estrategias y trucos –allá, al igual que acá, hecha la ley, hecha la trampa–, por lo que la caza al jugador esta abierta.
El problema es que no hay tantos jugadores de calidad y entonces se compran futbolistas como Pogba, un serie B en el ranquin mundial de jugadores, por 120 millones de euros. Pero siempre existirán compradores como el Manchester City, que ha desembolsado mas de 150 millones de euros para reforzar su defensa, pagando hasta 55 millones por un marcador de punta. Una locura. Un despropósito tan grande como pagar 70 por Bernardo Silva, un jugador normal.
Las grandes operaciones son “culebrones” que llenan y llenan páginas de los diarios y ocupan minutos y minutos en radio y televisión. Todo hace parte del show, del negocio, pero lo único cierto es que hay demasiado loco con chequera libre comprando y por eso el mercado está esquizofrénico.