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El libreto no era malo, estaba bien pensado, era arriesgado porque descuidaba las espaldas, pero muy agresivo a la hora de atacar. Dos laterales, Cuadrado y Armero, bien abiertos y a treinta metros de los centrales Mina y Zapata, un volante corrector que debía incrustarse entre los dos del centro, para jugar bien adelante, teniendo la pelota. Con eso se conseguía, teóricamente, amplitud, meter a Bolivia contra el arco y manejarle los registros de ritmo e intensidad.
Los actores entendieron la partitura durante 20 minutos, en los que alcanzaron a llegar con tres buenas situaciones de gol, centro de Armero por la izquierda, pero de un momento a otro se bloquearon y transpapelaron completamente el guión original. A James le dio por carretear con la pelota, a Macnelly se le olvidó que sus compañeros eran los de amarillo y les daba la pelota a los de verde, Cuadrado olvidó lo que hace en la Juve y tras cambiar de posición con Mateus, empezó a desdibujarse. El que mejor leía el partido, Muriel, se fue lesionado y en su lugar entró Quiñones a la derecha. Error, tenía que haber llegado directamente a la izquierda para dejarle la zona diestra a Cuadrado.
Lo que tenía que haber sido el partido para cuadrar caja en la diferencia de goles –factor que será fundamental en la definición de un cupo al Mundial o al repechaje–, terminó siendo una pesadilla. Colombia cerró la cancha, no encontró caminos para romper la tumultuosa defensa boliviana, cuando llegó con posibilidad dilapidó las opciones igual que contra Venezuela y al final se ganó con el claro penal sobre Cuadrado y el mal cobro de James, quien tuvo la fortuna de definir en el rebote. Colombia olvidó el remate de media distancia, la velocidad en los pases, la intensidad y el ritmo.
Colombia convirtió un parto natural en una cesárea dolorosa y angustiante. Se ganó, se sumó en la tabla, se metieron en cupo directo al Mundial, pero quedó la imagen negativa de un equipo que sigue jugando mal, equivocado en las decisiones, confundido en la interpretación. El libreto, como en este caso contra Bolivia, era el adecuado para sumar gente en ataque, ser ofensivos, pero si la interpretación de los actores es mala, la obra termina siendo un esperpento y la gente termina aburrida y más confundida.
No es un equipo confiable por más que los números indiquen que está a tan solo dos puntos del segundo. No es una buena selección a pesar de que tiene un calendario que le permitiría clasificar con solo encontrar ese juego que tiene absolutamente refundido durante esta eliminatoria.
Los números siguen cuadrando, el fútbol continúa desaparecido.
