De pronto este fin de semana la Federación de Fútbol anuncia los rivales que tendrá Colombia para las próximas fechas Fifa. Cuando todas las federaciones nacionales de Suramérica ya tienen pactados sus partidos y se conocen los rivales, Colombia sigue esperando el pronunciamiento oficial.
El tema de los rivales para la selección se ha vuelto recurrente, aburridor, y ya no produce sorpresa sino malestar e indignación. La selección de Colombia es tercera, cuarta, en el escalafón de la Fifa, y eso no ha servido para nada en la búsqueda de adversarios. Cuando no son las potentes selecciones centroamericanas en las canchas a rayitas de Estados Unidos, son las enigmáticas de la Europa Oriental en terrenos de media petaca. Ahora parece que entramos en la onda de convertir la selección en el rival de los árabes de cualquier pelambre.
La forma en que se maneja el tema de los rivales produce escozor y muchas dudas, inclusive para los integrantes del comité ejecutivo de la Federación. Es un asunto “propiedad privada” de Luis Bedoya y este saca el cuerpo, elude dar respuestas, no aclara nunca nada. Bedoya no ha podido dejar en claro la relación o el compromiso que tiene la Federación con los “piratas” de Full Play, la empresa que en un 90% maneja el calendario internacional. Tampoco ha podido dilucidar cuál es la relación de Pascual Lezcano con los corsarios de Full Play. Y cuando se le pregunta al presidente de la Federación por qué se consiguen rivales de tan poca monta, equipuchos de segunda, que nada aportan para el engrandecimiento del nombre, para foguear de verdad a la selección, siempre sale a flote la misma respuesta: “Eso fue lo que pidió Pékerman”, manida disculpa para justificar lo que no parece tener asidero racional.
De verdad, estamos hasta la coronilla del tema. Indigna que Bedoya se comporte como cualquier Grondonita y crea que es el dueño del fútbol, evite dar respuestas y tape una relación que parece altamente sospechosa con los argentinos de Full Play.
No se le ha sacado suficiente partido a la ubicación del fútbol colombiano en el escalafón, se ha desperdiciado la oportunidad de medirse contra grandes selecciones, priman los intereses particulares de algunas personas y da la impresión de que primero están los amigos que el fútbol colombiano.
De pronto este fin de semana nos anuncian una Arabia de esas o un Baréin de esos... de pronto.
De pronto este fin de semana la Federación de Fútbol anuncia los rivales que tendrá Colombia para las próximas fechas Fifa. Cuando todas las federaciones nacionales de Suramérica ya tienen pactados sus partidos y se conocen los rivales, Colombia sigue esperando el pronunciamiento oficial.
El tema de los rivales para la selección se ha vuelto recurrente, aburridor, y ya no produce sorpresa sino malestar e indignación. La selección de Colombia es tercera, cuarta, en el escalafón de la Fifa, y eso no ha servido para nada en la búsqueda de adversarios. Cuando no son las potentes selecciones centroamericanas en las canchas a rayitas de Estados Unidos, son las enigmáticas de la Europa Oriental en terrenos de media petaca. Ahora parece que entramos en la onda de convertir la selección en el rival de los árabes de cualquier pelambre.
La forma en que se maneja el tema de los rivales produce escozor y muchas dudas, inclusive para los integrantes del comité ejecutivo de la Federación. Es un asunto “propiedad privada” de Luis Bedoya y este saca el cuerpo, elude dar respuestas, no aclara nunca nada. Bedoya no ha podido dejar en claro la relación o el compromiso que tiene la Federación con los “piratas” de Full Play, la empresa que en un 90% maneja el calendario internacional. Tampoco ha podido dilucidar cuál es la relación de Pascual Lezcano con los corsarios de Full Play. Y cuando se le pregunta al presidente de la Federación por qué se consiguen rivales de tan poca monta, equipuchos de segunda, que nada aportan para el engrandecimiento del nombre, para foguear de verdad a la selección, siempre sale a flote la misma respuesta: “Eso fue lo que pidió Pékerman”, manida disculpa para justificar lo que no parece tener asidero racional.
De verdad, estamos hasta la coronilla del tema. Indigna que Bedoya se comporte como cualquier Grondonita y crea que es el dueño del fútbol, evite dar respuestas y tape una relación que parece altamente sospechosa con los argentinos de Full Play.
No se le ha sacado suficiente partido a la ubicación del fútbol colombiano en el escalafón, se ha desperdiciado la oportunidad de medirse contra grandes selecciones, priman los intereses particulares de algunas personas y da la impresión de que primero están los amigos que el fútbol colombiano.
De pronto este fin de semana nos anuncian una Arabia de esas o un Baréin de esos... de pronto.