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La primera fecha de la Liga dejó agradables sensaciones por el nivel de algunos partidos, la muy buena cantidad de goles, el espíritu ofensivo de la mayoría de equipos y magníficas participaciones individuales.
Por supuesto, volvieron los eternos vicios que no se han podido desterrar, como la violencia irracional del clásico paisa y el miedo de algunos técnicos que nunca evolucionaron y todavía siguen presentado propuestas ultradefensivas.
Gustó Santa Fe. Se le vio buena cara, magnífica salida con pelota limpia desde atrás gracias al buen pie del ecuatoriano Méndez. Dos mundiales encima y mucho fútbol europeo que no pueden perderse de la noche a la mañana. Juega, hace jugar, serena, hace la pausa, cambia de frente, maneja el ritmo. Y, por supuesto, si los rojos logran montar esa conexión Méndez-Pérez, pese a la edad, ese equipo es un pretendiente firme al título. Mirar al banco, Roa-González-Anchico-Copete-Herrera, es una garantía de recambio y posibilidad de rotación para alternar los dos torneos. Pero lo principal es que logren pasar el repechaje contra Morelia: de no conseguirlo, los costos de la amplia nómina y su manejo de los egos desde el banco terminarán siendo un gravísimo problema.
Qué bueno volver a ver al Martín Arzuaga de los primeros años profesionales. Se movió en todo el frente de ataque, jugó de frente al arco y por momento de espaldas, siendo pivot para sus volantes, mostró que cuando se pone la rojiblanca del Júnior la sola camiseta marca una evolución en su conducta y en su espíritu. Ojalá que no pierda el derrotero, porque superadas sus lesiones ese muchacho tiene el gol metido entre ojo y ojo. ¿Terminará el Zurdo jugando con Arzuaga y Ruiz o sacrificará a uno de sus potentes atacantes en detrimento del plan táctico?
Qué tristeza ver en el banco del Medellín a Giovanny y Arboleda esperando que unos destructores y mediocres con la pelota en los pies pudieran conseguir lo que el talento debe lograr. Y qué tristeza con Sarmiento: montó un equipo muerto de miedo, con cinco defensores, sin salida ofensiva, sin toque, sin manejo. Regaló 45 minutos en los que no hizo un disparo al arco. Y cuando intentó voltear la arepa sacó el volante de recuperación, regaló la pelota y terminó goleado y dejando una pésima imagen.
Qué mal planteado y manejado el partido por parte de Sarmiento. Con ese miedo escénico no llega a Semana Santa como técnico del Medellín. No hay derecho a pasar hambre con la nevera llena.
