Estos días premundialistas están cargados de recuerdos, predicciones y análisis.
Todo fluye en el momento de comentar, pero pocos aspectos son reales, casi todos son conjeturas y suposiciones. Así, sobre el papel, da la impresión que el Mundial de Sudáfrica será positivo para los cinco equipos suramericanos que clasificaron. Dos de ellos son grandes pretendientes al título, Brasil y Argentina, mientras que los otros tres tienen grandes opciones de calificar a la siguiente ronda.
Uruguay es el que tiene la papeleta más difícil. Está inmerso en un grupo parejo donde no hay un cabeza de serie favorito y donde todo puede suceder. Los dirigidos de Tabárez afrontarán al local que juega mal pero lleva diez partidos invicto y tiene el equipo más importante del Mundial a su favor: el colectivo arbitral. De la suerte de los bafana bafana y sus vuvuzuelas, esas horribles corneticas que no se callan nunca y producen un sonido como el de un túnel de un kilómetro de largo, depende en gran parte el éxito del torneo, porque al local hay que llevarlo, remolcarlo hasta donde se pueda. Al lado del peligroso Sudáfrica, por los motivos extrafutbolísticos ya descritos, los charrúas enfrentarán a México, capaz de lo mejor y de lo peor, y a Francia, un equipo con muchos nombres, pero poca estructura táctica colectiva. Los uruguayos tienen deficiencias posteriores por la lentitud, pero arriba la dupla Forlán-Suárez le puede hacer goles a cualquiera. Es un equipo compacto, trabajado mucho tiempo por el Maestro Tabárez, con posibilidades de seguir adelante. No hacerlo seria un fracaso, algo que forma parte de la idiosincrasia del fútbol uruguayo, grandes triunfos y grandes papelones.
En cambio para Chile el camino es más sencillo. España debe ganar el grupo y los rojos pelearán el segundo lugar con una mediocre selección Suiza y con los muchachos dirigidos por Rueda, los hondureños que no tienen ropita para ir más allá. Bielsa, empero, tiene un gran dolor de cabeza con la lesión de Suazo, su mejor atacante, y todavía no se entiende por qué excluyó a Roberto Cereceda, titular en la ronda previa. Tácticamente, los chilenos serán de los pocos innovadores con su 3-3-1-3, bloques de presión compactos, salida por las puntas y ataque permanente.
También es muy confiable el futuro de Paraguay. El Tata Martino tiene claro el esquema, el equipo guaraní es magnífico en la aplicación de su módulo, tiene buenos jugadores y, a pesar de la ausencia de Salvador Cabañas, encontró en Lucas Barrios la fórmula para acompañar a Cardozo y Santa Cruz. Hacerle un gol es difícil. Tienen, incluso, la posibilidad de pasar primeros en su grupo, pues el presente de Italia no es confiable, y Nueva Zelanda y Eslovaquia no son superiores sobre el papel.
Argentina y Brasil merecen análisis diferentes y los haremos en estas columnas mundialistas que estaremos brindando en la medida que vayan fluyendo y los amigos de El Espectador las vayan publicando. Saludos desde el waca…waca.
Estos días premundialistas están cargados de recuerdos, predicciones y análisis.
Todo fluye en el momento de comentar, pero pocos aspectos son reales, casi todos son conjeturas y suposiciones. Así, sobre el papel, da la impresión que el Mundial de Sudáfrica será positivo para los cinco equipos suramericanos que clasificaron. Dos de ellos son grandes pretendientes al título, Brasil y Argentina, mientras que los otros tres tienen grandes opciones de calificar a la siguiente ronda.
Uruguay es el que tiene la papeleta más difícil. Está inmerso en un grupo parejo donde no hay un cabeza de serie favorito y donde todo puede suceder. Los dirigidos de Tabárez afrontarán al local que juega mal pero lleva diez partidos invicto y tiene el equipo más importante del Mundial a su favor: el colectivo arbitral. De la suerte de los bafana bafana y sus vuvuzuelas, esas horribles corneticas que no se callan nunca y producen un sonido como el de un túnel de un kilómetro de largo, depende en gran parte el éxito del torneo, porque al local hay que llevarlo, remolcarlo hasta donde se pueda. Al lado del peligroso Sudáfrica, por los motivos extrafutbolísticos ya descritos, los charrúas enfrentarán a México, capaz de lo mejor y de lo peor, y a Francia, un equipo con muchos nombres, pero poca estructura táctica colectiva. Los uruguayos tienen deficiencias posteriores por la lentitud, pero arriba la dupla Forlán-Suárez le puede hacer goles a cualquiera. Es un equipo compacto, trabajado mucho tiempo por el Maestro Tabárez, con posibilidades de seguir adelante. No hacerlo seria un fracaso, algo que forma parte de la idiosincrasia del fútbol uruguayo, grandes triunfos y grandes papelones.
En cambio para Chile el camino es más sencillo. España debe ganar el grupo y los rojos pelearán el segundo lugar con una mediocre selección Suiza y con los muchachos dirigidos por Rueda, los hondureños que no tienen ropita para ir más allá. Bielsa, empero, tiene un gran dolor de cabeza con la lesión de Suazo, su mejor atacante, y todavía no se entiende por qué excluyó a Roberto Cereceda, titular en la ronda previa. Tácticamente, los chilenos serán de los pocos innovadores con su 3-3-1-3, bloques de presión compactos, salida por las puntas y ataque permanente.
También es muy confiable el futuro de Paraguay. El Tata Martino tiene claro el esquema, el equipo guaraní es magnífico en la aplicación de su módulo, tiene buenos jugadores y, a pesar de la ausencia de Salvador Cabañas, encontró en Lucas Barrios la fórmula para acompañar a Cardozo y Santa Cruz. Hacerle un gol es difícil. Tienen, incluso, la posibilidad de pasar primeros en su grupo, pues el presente de Italia no es confiable, y Nueva Zelanda y Eslovaquia no son superiores sobre el papel.
Argentina y Brasil merecen análisis diferentes y los haremos en estas columnas mundialistas que estaremos brindando en la medida que vayan fluyendo y los amigos de El Espectador las vayan publicando. Saludos desde el waca…waca.