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Las dos transferencias más importantes del fútbol colombiano para 2010 fueron las de los dos máximos artilleros del último torneo, Teófilo Gutiérrez y Jackson Martínez.
Los goles valen oro en cualquier parte del mundo y los dos colombianos son sinónimo de ello. En Turquía y en México lo saben y por eso acuden a la chequera para comprar esos gritos en la red adversaria. Algunos discuten la validez de los negocios y afirman que irse a un fútbol como el turco o a un equipo de mediano nivel en México es un camino rápido hacia la desaparición del panorama fubolístico mundial.
Eso puede ser cierto, muchos casos en el reciente pasado así lo indican, pero nadie puede negar que todos los interesados en las operaciones, los clubes dueños de sus derechos y los jugadores sabían lo que estaban haciendo y prefieren el billete en la mano que un futuro más rentable. Más vale pájaro en mano que cientos volando.
Tanto Júnior como Medellín aseguran que dos jugadores hechos en las inferiores, que ya les proporcionaron momentos de gloria, emigren y ellos recauden cinco o seis mil millones de pesos libres de polvo y paja. Es decir, el 50% del presupuesto del año. Y tienen Copa a la vista para acabar de salvar el año.
Los jugadores incrementarán sus ingresos en 300% con relación a lo que ganan actualmente y si hacen las cosas bien pueden aspirar a moverse en poco tiempo a mercados más importantes.
Acá los grandes damnificados son el campeonato profesional que perderá dos jugadores con gol y mucho fútbol, básicos en los andamiajes de Júnior y Medellín, abocados a buscar reemplazos en un fútbol donde no hay tantos goleadores criollos de categoría.
Y el gran perdedor es el seleccionado colombiano, porque allá, en Turquía, o acá, en México, seguir las trayectorias de Teo y de Jackson va a ser diferente. Entonces volverán los recuerdos de Falcao, gran artillero en Argentina y en Portugal, negado con el arco nacional. Y pasará lo mismo que con Wason Rentería o Édixon Perea, hoy desaparecidos y a la espera de que pronto vuelvan a ser los mismos que en un momento pintaron para grandes cosas como hoy lo hacen Teo y Jackson. Eso para no mencionar a Hugo Rodallega.
¿Será que los Char, tan dueños de Barranquilla y del Júnior, le enviarán al menos una palmadita de agradecimiento a Julio Comesaña que les hizo ganar ese billetal por encontrar un jugador que estaba ahí, perdido, por el que el técnico uruguayo se la jugó y lo sacó a la luz publica? No, los Char no saben de agradecimientos y cuando la soberbia está por encima de otros sentimientos como la gratitud, nada se puede esperar.
