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¡Sí se puede!

Iván Mejía Álvarez

03 de julio de 2014 - 10:39 p. m.

Allá, en el fondo de la habitación, suenan los versos musicalizados del gran Serrat: “Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así”.

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Y es que hoy es el día más importante de la historia del fútbol colombiano, cuando esta selección de leyenda tiene la posibilidad de embarcarse en el tren que lleva a la gloria eterna, tras haber hecho parada en Aracataca y Macondo.

No es realismo mágico, es verdad, única y pura verdad. Colombia juega contra el aparentemente inalcanzable Brasil y nunca antes estuvo tan cimentada la posibilidad de una victoria tricolor, nunca se había visualizado la alternativa real, sin fanatismos, sin triunfalismos, con los pies en la tierra, de doblegarlos y de eliminarlos en su casa, en su torneo, el que pidieron, diseñaron y modelaron para ganárselo, para tomarse revancha del Maracanazo. Hoy como hace 64 años, un país limítrofe se puede interponer en su derrotero de vuelo.

El país cree que sí se puede, que sí hay con qué hacerlo, que la selección está madura y en su mejor momento para conseguir el triunfo. Y sabe perfectamente que debe ser con autoridad, porque cualquier litigio en el campo será fallado a favor del local.

No fue del agrado el nombramiento del español Velasco Carballo, árbitro experto en ayudar a los poderosos Real y Barcelona, árbitro “tos ferina” que les pega a los pequeños, lo que en este caso concreto sería Colombia. No se deben alimentar fantasías perdedoras y sacar el paraguas amparados en el juez, pero bien pudo Fifa nombrar un silbato de otras cualidades.

Los jugadores deben olvidarse por completo del colegiado y pensar que deben tapar las salidas de Maicon y Marcelo, pero a la vez explotar con velocidad los huecos que dejan los laterales en sus proyecciones atacantes. Pelear el medio campo sin entrar en la refriega, pero tocando la bola con autoridad, con paciencia, abriendo huecos, triangulando y encontrando siempre el hombre libre para descargar. Darle la pelota a Cuadrado para que use la cintura, el regate y la fantasía, como en un pasado la utilizaron los brasileños como Garrincha o Jairzinho, demoliendo estructuras tácticas defensiva. Entregarle el cuero a la chispa de James. Ser duros en la marca sin llenarse de faltas cercanas al área, recordando que tienen excelentes cobradores con pelota quieta. A los brasileños les duele no tener la pelota, luego hay que quitársela.

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Pero fundamentalmente, el equipo tendrá que entrar a la cancha con un mensaje cifrado en sus frentes, el grito de 40 millones de colombianos que les dicen a pleno pulmón: “Sí se puede... inténtenlo con alma, vida y corazón”.

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