En esta época de novenas, Navidad y buñuelos, se intenta cerrar el año de la mejor manera posible y se corre para intentar cumplir tanto los compromisos sociales como las metas del año trazadas en el trabajo. Generalmente, escribo sobre asuntos locales o mundiales que impactan el desarrollo de lo que creemos que es “normal”, como las guerras, las quiebras, el precio del dólar y ahora el bitcoin, los cuales son una constante en la agitada vida moderna que nos afecta. Extraño cómo se vivía en los años setenta, cuando no había celulares ni correos electrónicos. Los medios eran la televisión, la radio y la prensa escrita, pero la vida moderna trajo consigo el internet, el teléfono celular o el WhatsApp, que convirtió al correo electrónico en lo que antes era una carta, es decir, un asunto más serio. Cómo no mencionar los tan importantes pódcasts; tanto están cambiando las cosas, que Donald Trump contempla llevarlos (a sus ruedas de prensa), es decir, estos “reporteros” son “independientes”.
Es una constante que las cosas evolucionen, pero nunca pensé, por ejemplo, que la inteligencia artificial pudiera, en el futuro, llegar a ser una amenaza para el ser humano en su desempeño laboral. El carro autónomo será, en poco tiempo, algo natural en algunos países, y así el ser humano va perdiendo campo de acción por el impacto de la tecnología, lo cual no es del todo malo, pues se contará con mayor tiempo para desarrollar otras actividades de esparcimiento, que antes no cabían en una agenda apretada.
Un país como Colombia, es decir, subdesarrollado, vivirá en muchos aspectos la innovación, la cual puede ser muy buena si se usa correctamente. Pero no podemos pretender que un país agrícola intente evolucionar saltándose etapas básicas para lograr lo último en desarrollo, el cual le permitiría crecer más rápidamente. Es decir, quienes creen que nos podemos saltar algunas etapas, creo que están errados. Todo en la vida se da como un proceso que es necesario transitar. Evidentemente, el planeta está cambiando a pasos agigantados. Usar el desarrollo tecnológico es importante, pero, gracias a Dios, no estamos tan avanzados en Colombia como para tener un robot en casa. Si se le pregunta a una persona pensionada en Colombia, son pocos los que viven a plenitud. El ser humano necesita desarrollar su mente, su cuerpo y ocuparse en algo que lo llene y lo haga sentirse bien consigo mismo; de lo contrario, de poco sirve pensionarse temprano. Es necesario ser y sentirse útil.
No solamente la tecnología y la economía cambian; la política también, y estamos en una etapa de transición en la cual se replantea la democracia como modelo. Si observamos con detenimiento, en países como Rusia o China la democracia total no opera. Existe la libertad para hacer empresa, para viajar a otras naciones y otras cosas, pero, en lo político, el sistema ha evolucionado algo, aunque nunca como pensó Occidente cuando se derribó el Muro de Berlín en 1989.
Entonces, disfrutemos estas fiestas de la mejor manera posible, pensando en que el atraso tecnológico puede ser una ventaja en esta carrera por tecnificarlo todo, y demos gracias de que los últimos avances tecnológicos nos lleguen más tarde que a otros países.