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El caos político que atraviesa Colombia se percibe dentro y fuera del país. Aun así, la última encuesta de Invamer registró una favorabilidad de Petro del 37 % a finales de abril, frente al 32 % que marcó en febrero. El resultado fue celebrado por su bancada y sus seguidores más leales. La duda sobre si entregará el poder o intentará quedarse sigue latente. Puede seguir subiendo en las encuestas y repetir que no busca reelegirse, pero solamente unos pocos le creen.
Según la IA, “la negación en política puede ser una estrategia para influir en la opinión pública, crear controversia y perpetuar agendas específicas”. Petro, como Trump, ha hecho de la mentira una herramienta política. Aunque uno es de izquierda y el otro de derecha, comparten el mismo descaro para manipular, enredar y, sobre todo, para generar controversia. Esa controversia, claro está, se traduce en visibilidad mediática. Ambos están en varios titulares y noticieros muchas veces al día.
A Petro poco le importa el resultado de la consulta. Lo que realmente le interesa es mantenerse en campaña permanente mientras los demás candidatos estarían inhabilitados para hacerlo. El costo de esa consulta se estima por la Registraduría entre 700 y 750 mil millones de pesos, y llega justo cuando el Gobierno alega no tener suficientes recursos. A los estudiantes con créditos del Icetex les prometió en marzo de 2022, en un evento en la Universidad Externado de Colombia, condonar la deuda. Mintió. Solo 4.067 personas que estaban al día se beneficiaron.
Una parte crucial de su agenda es lograr un acuerdo de paz con el ELN. Pero ya no tiene el tiempo necesario para lograrlo. Petro insiste de todos modos en negar la violencia del ELN. Y lo más grave es que algunos le creen. Durante la campaña prometió que en tres meses habría acuerdo de paz con el ELN. Vamos en el mes 32. No hay acuerdo. Otra mentira más.
Negar la violencia es imposible. Los colombianos la ven a diario: cómo el país se desmorona, cómo los grupos armados siguen avanzando. Pero Petro insiste en sostener ese relato negacionista. Es un maestro de la controversia. Él pone los temas sobre la mesa: el tren elevado de Buenaventura a Barranquilla, que ya fue descartado, la promesa de cuadruplicar el turismo, o la ocurrencia de usar la imprenta del Banco de la República para imprimir billetes. Propuestas que, para muchos, suenan a delirio, pero que para otros son música y esperanza. Petro sabe que muchas de sus ideas son sencillamente, imposibles de realizar.
Su estrategia es negar la realidad. Aun así, gana adeptos y su popularidad crece. La pregunta es: ¿hasta dónde llegará? Tal vez la pelea con Gustavo Bolívar no sea un simple desacuerdo, sino una jugada política. Es posible que Petro solo espere crecer un poco más en las encuestas para quedarse en el poder por las buenas o por las malas.
