Un excelente desempeño económico no es sinónimo de democracia. Es el caso de Hong Kong, que aún en el 2021 continúa bajo el dominio Chino y aun cuando su economía es totalmente abierta, políticamente no lo es. En un gran número de países con un sistema no democrático, se divide la economía de la política, no es el caso de América Latina en todos los casos, que juntó ambas tendencias y aplica así el sistema en su gran mayoría.
Hace unos años casi todos los regímenes comunistas unían la política y la economía; gradualmente sistemas como el ruso, chino y el de otras naciones fueron cambiando en el aspecto económico, pero no necesariamente en el político. En el caso de Hong Kong que es una Región Administrativa Especial, fueron quienes cimentaron el principio de, un país, dos sistemas. Samuel Huntington quien murió en el 2008 sostenía que “las distinciones más importantes entre los pueblos [ya no son] ideológicas, políticas o económicas. Son culturales”. Gran parte de la cultura pasada de los habitantes de Hong Kong está en los ciudadanos de mayor edad, quienes la transmiten a los menores. Si como dice Huntington la cultura es importante, los jóvenes crecerán sabiendo que no son totalmente libres, pues China no les permite serlo.
En el caso de América Latina se toma generalmente como único el sistema político y económico, lo cual ha resultado en funestas experiencias, tal es el caso de Allende en Chile, de Cuba con Fidel Castro, de Venezuela con Nicolás Maduro. En el caso de Evo Morales el PBI de Bolivia llegó al 6.8% en su mejor año. Este líder separó la política de la economía. En el año 1974, bajo Allende en Chile el PIB fue de - 5.6%, el último año de Fidel Castro en Cuba fue de 4.3% (parece mucho, pero lograr tal cifra no es difícil teniendo los números tan mediocres que tienen), bajo Maduro en Venezuela en el año 2020 fue de -30%. El resultado de mezclar política y economía afecta notablemente a los ciudadanos.
Parte del problema de América Latina, reside en que no sabe siempre cambiar, como lo hizo Rusia, China y en un caso cercano la Bolivia de Evo Morales, quien desde que comenzó a gobernar separó la política de la economía, obteniendo muy buenos resultados. Por alguna razón equivocada se piensa que los gobiernos saben crecer económicamente y la verdad es que no saben hacerlo, la razón primordial es que si pierden no les afecta tanto como a un empresario que se la juega por prosperar, pues es su dinero o el de los inversionistas el que está en juego, es decir tiene un doliente claro.
Huntington sostiene que el asunto es más cultural y en ese sentido parece tener razón, pues los chilenos no querían todos el sistema de Allende (falta ver qué pasa con la nueva constitución), los cubanos no quieren en su mayoría el sistema que implantó Fidel Castro, los Venezolanos no se adaptan al sistema de Chávez y Maduro. De otro lado, cuando tuvieron que escoger Presidente, los bolivianos eligieron a quien Evo apoyó, pues claramente entendió que para progresar era necesario dividir ambos asuntos. Si el fondo es cultural y Huntington está en lo correcto, será muy difícil que las economías cerradas se amolden a los deseos de sus líderes, pues los padres les hablaran a sus hijos de un sistema que funcionaba bastante mejor que la pobreza a la cual los tienen sometidos.