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Al oro no le gusta la ley, no

Jaime Arocha
10 de octubre de 2023 - 02:00 a. m.

En el valle del río San Juan, la actual crisis humanitaria tiene el antecedente del racismo que introdujo la compañía minera multinacional Chocó Pacífico como medio de expandirse sobre los territorios de los mineros tradicionales. Irrumpió en el primer decenio del siglo XX por el platino cuyos precios internacionales se habían quintuplicado. El metal escaseaba por la revolución bolchevique. El que Colombia reemplazara a Rusia en ese comercio mundial ocasionó el terremoto territorial, social y racial que Daniel Varela lleva investigando en Andagoya durante los últimos diez años para obtener de la Universidad de Michigan su doctorado en historia y antropología. Una de las bases de ese trabajo ha sido la documentación del Juzgado Civil del Circuito de Istmina, parte de cuyo repertorio él ya ha rescatado, catalogado, digitalizado, y fotografiado, de modo que hoy por hoy puede ser consultado en el repertorio digital de la Biblioteca Británica. Este logro dependió de la asociación con otra estudiosa de la multinacional minera, la historiadora Ann C. Farnsworth-Alvear de la Universidad de Pennsylvania. Ambos constituyeron un semillero de cinco estudiantes de sociales, además de un fotógrafo y una joven abogada, asociados con el Centro Muntu-Bantu de Quibdó. Los documentos salvados de gorgojos, ratas y desidias institucionales cubren los años de 1860 a 2000, es decir los del inicio de la vida en libertad de la gente negra, así como los del otro trauma de la segunda mitad del XX, la salida de la Chocó Pacífico.

Para que ni el orden público ni la pandemia comprometieran su investigación, Varela ha tenido que agudizar su ingenio. Me referiré a una estrategia que, además, le ha permitido apreciar la relevancia de la justicia consuetudinaria. Se basa en el programa de televisión “Caso Cerrado”, al cual son muy aficionados Doña Orfilia Dávila[1] y don Félix Tremell[2], anfitriones de Varela. Ella puede representar al acusador, él al acusado y Daniel al juez. Dramatizan litigios provenientes del juzgado, de mucho interés para la pareja Dávila-Tremell porque cuentan otras versiones de las historias que ellos han vivido o aprendido de padres y abuelos. Debido a la complejidad del léxico legal, el “juez” ha buscado apoyo en Ángela Agualimpia, la abogada del equipo, quien hace las “traducciones” necesarias y las aclaraciones sobre los pasos que requieren la ley y la contravención. A su vez, “víctima” y “victimario” hacen inteligible la lengua sanjuanera que retrata el respectivo sumario.

Uno de los expedientes objeto de esas representaciones data de 1960: dos amigos se asocian para sacar oro. Al final de la semana, uno de ellos arma su buena rumba, mientras que el otro esconde lo extraído durante esos días, quizás a sabiendas de que esa conducta podría acarrearle el castigo de algún duende defensor de esa ética minera que siempre ha primado alrededor de transparencia, solidaridad y lealtad. Al lunes siguiente, el minero ambicioso descubre que su oro ha desaparecido, y el rumbero que su socio lo ha engañado. La subsecuente riña llega al juzgado. Sin embargo, al desmenuzar el sumario, Varela tan solo halló los alegatos por la agresión física. Así se preguntó por qué los litigantes se abstuvieron de formular reclamos por el entierro del oro y su posterior desaparición. Doña Orfilia afirmó “al oro no le gusta la ley, no”.

La perplejidad de Varela motivó aclaraciones mediante las cuales él se formó un panorama más complejo: al oro lo conciben como un ser animado que le huye tanto a los códigos que emanan del Estado, como a quienes los aplican. Entre más los apliquen, más lo espantan y se esconde bajo el suelo.

Parece ser que para los mineros artesanales “la ley” fue lo que funcionarios y abogados aplicaron para favorecer a los empresarios extranjeros, pero para perjudicar a los mineros artesanales y desterritorializarlos. De esa manera, parece ser que casos como el de la avaricia no se tramitan dentro de la institucionalidad del juzgado, sino dentro de la costumbre.

* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional; Patronato de artes y ciencias.

[1] Dueña de una finca en las afueras de Andagoya.

[2] Esposo de doña Orfilia, hijo de un técnico europeo que trabajó para la Chocó Pacífico, quien embarazó a una mujer negra, regresó a su tierra y se olvidó de su hijo.

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Atenas(06773)10 de octubre de 2023 - 01:06 p. m.
De las tragedias sin fin y ciertas de empobrecidas regiones adonde llegan depredadores extranjeros a expoliar nuestras riquezas naturales, las q’, ni rudimentaria/, somos capaces de extraer, disfrutar, generar riqueza y bienestar. Alaska, USA, ha sido fuente de riquezas derivadas de la explotación de oro, también de quiebras, y hasta donde he leído lo ha hecho gente propia.
Carlos(903mp)10 de octubre de 2023 - 01:03 p. m.
"El diablo y el fetichismo de la mercancía en sudamérica" (1993), Michael Taussig, Editorial Nueva Imagen, México, D.F.
UJUD(9371)10 de octubre de 2023 - 12:34 p. m.
Muy importante la investigación , trataré de leerla, si es que está en castellano. Felicitaciones y gracias.
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