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Bananeras e incertidumbre

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Jaime Arocha
18 de julio de 2023 - 02:00 a. m.
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De acuerdo con Carlos Duarte, estudioso del campesinado, el Plan Nacional de Desarrollo privilegia la revolución verde y agroindustria para lograr soberanía alimentaria, pese a que “el 70 % de nuestra balanza productiva depende de la pequeña agricultura familiar”. Semejante testarudez reitera el absurdo de contradecir la ley más importante del proceso evolutivo: la diversidad es el seguro contra la incertidumbre. El libro titulado Entre el racimo y la ración, tras la ruta de plátanos, bananos y otras manchas en la vida campesina del Chocó 1 puede contribuir a que tecnócratas y políticos corrijan su terquedad. De esa publicación aprendí que en el Chocó llaman “mancha” a plátanos y bananos porque sus secreciones tiñen la ropa. A unos y otros, los expertos los clasifican dentro del género Musa spp, el cual en el Chocó involucra 34 variedades. El origen de ellas se remonta a la India, pero hace 3.500 años la gente bantú del valle del río Congo las mejoró y difundió por Ghana, Costa de Marfil, São Tomé, Fernando Po, Nigeria y Benín. Desde los puertos africano-occidentales, los europeos las embarcaron junto con la gente secuestrada, así como con los ñames, millos, arroces, vacas y gallinas de Guinea, entre muchos otros tubérculos, cereales, frutas y animales.

La separación entre bananos y plátanos consiste en que los primeros no requieren de las recetas de cocción o fritura indispensables para consumir los segundos, y en este último caso hay complejidades como las que rodean a la variedad conocida como marabaya. A las cocineras les incumbe averiguar en qué finca la cultivaron. Pese al interés por esos abolengos, en el mercado vale poco y hasta la regalan.

Otras manchas humanizadas incluyen el dominico bautizado en honor a los misioneros que ayudaron a propagarlo y una que rememora la sensualidad femenina, el “muslo de mujer”, incluida en una visión del mundo para la cual los reinos vegetal y animal hacen parte de la sociedad, las emociones y los símbolos. Para expertos en los modos de superar la actual crisis ecoclimática, animismos como los que enfoca el volumen que comento representan una de las salidas más prometedoras.

Como sucede con otros bananos y popochos o cachacos, a la marabaya la venden por pequeñas unidades o racimos. Como proviene de fincas donde la cultivan junto con arroz, yuca y frutales, la gente campesina también se vale de su nombre para designar esa diversidad de cultivos rotativos. Los extienden sobre terrenos semi desmontados, cuyos suelos retienen su vitalidad debido a que los dejan albergar hongos, bacterias, hierbas e insectos, los cuales, a su vez, alimentan desde abejas y colibríes insectívoros y polinizadores a osos controladores de hormigas arrieras2. Esa agricultura no es tan productiva como la que se basa en predios un poco más extensos con cultivos menos diversificados, a los cuales les aplican agroquímicos. Quizá más emprendedores que los de las marabayas, estos campesinos se valen de canoas motorizadas o camiones para llevar a Quibdó, Puerto Meluk e Istmina sus hartones, a los cuales miden por raciones, nombre proveniente de la época colonial que designar unidades de 64 plátanos.

Más arriba, en la pirámide de la eficiencia agrícola, está la plantación bananera agroindustrial, típica de Urabá. Involucra miles de hectáreas, muchas de ellas expropiadas al campesinado por medios violentos. Tan solo les siembran las variedades Gross Michael y Cavendish que introdujeron las multinacionales norteamericanas en el siglo XIX. Su crecimiento depende de la aspersión de incontables galones de glifosatos y úreas que han convertido los suelos en hábitats muertos. Con pocos enemigos vivos, las bacterias, hongos e insectos que visitan tallos y hojas desarrollan inmunidades frente a los químicos asperjados. De ahí tanto la amenaza constante por el fracaso masivo de los cultivos sobre esas enormes extensiones, como el absurdo de seguir dirigiendo hacia esa forma de producción el grueso de recursos financieros y tecnológicos. Sin duda al gobierno que se dice del cambio le corresponde idear innovaciones que mejoren la eficiencia de las pequeñas fincas de policultivo, sin que ellas pierdan ni su sostenibilidad ambiental, ni su valía socio-simbólica.

Nota 1. Solidarizados con la periodista Laura Ardila, en casa nos abstendremos de comprarle libros a Planeta, editorial que, por si fuera poco, le publicó a Diego Molano su diatriba contra el estallido social de 2021.

Nota 2. Los capítulos de El hombre que amaba los perros sobre la formación estalinista de Ramón Mercader, el asesino de Trotski, ayudan a comprender las tenebrosas y profundas raíces de los inhumanos bombardeos rusos de civiles en Ucrania.

1 Al equipo que llevó a cabo esa investigación lo coordinaron Carlos Andrés Meza y Daniel Varela. Ana María Garrido, Liliana Gracia, María Luisa Jaramillo, Miguel Ángel Muñoz Antonio Olmos y Claudia Ortiz también hicieron parte de un esfuerzo cuyos resultados publicaron el Instituto Colombiano de Antropología e Historia y participaron en la investigación, a la cual la publicaron el ICANH y Agrosavia en abril de 2023.

2 Varias columnas de Alejandro Reyes Posada han realzado la relevancia de los suelos vivos.

* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional y Patronato Colombiano de Artes y Ciencias.

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juan(5027)19 de julio de 2023 - 01:46 p. m.
Gracias, profe. Sus columnas son siempre una gran enseñanza.
daniel(84992)19 de julio de 2023 - 01:02 a. m.
Gracias por sus comentarios, sr. Arocha. El plátano y el banano han sido excelentes apoyos en la economía cafetera de sombrío en todo el pais. Y las renovaciones de la macolla principal son manjar para las mulas, caballos y cerdos, aparte de que las hojas abastecen las necesidades de envoltorios para muchos manjares.
Atenas(06773)18 de julio de 2023 - 05:15 p. m.
Y Arocha, aparte de darnos gratis una charla agronómica sobre el cultivo de las musaceas, quizá bajado de Wikipedia, da a entender q' estos son cultivos de alto resultado económico; debe ser q' se pondrá a sembrar pa quizá así resarcirse en sus activos, y eso está bien;pero nada dice de su falta de solidaridad con los colegas q' fueron sujetos del ataque ruso el Ucrania, ¡Cómo pela de lo tanto q' es su veneno!
  • daniel(84992)18 de julio de 2023 - 07:02 p. m.
    La Babosada cotidiana de la ameba Apenitas .6402....
Chirri(rv2v4)18 de julio de 2023 - 09:37 a. m.
Planeta, como editorial, ha muerto para mi. Más nunca compraré un libro de esa empresa nefasta y goda.
ANA(11609)18 de julio de 2023 - 02:18 a. m.
Me uno a la sanciòn de Planeta. Acabo de leer la columna de Pedro Viveros, que habla del libro de este "miserable ministro", que dice su propia verdad, sin sonrojarse
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