El 12 de junio de 2019, en el XVII Congreso de Antropología en Colombia, tuvo lugar el evento central titulado “Hacia una antropología antirracista”, en honor a Francia Márquez. A continuación, presento apartes de la intervención que ofreció la líder en riesgo:
“Somos mujeres negras nortecaucanas. Descendientes de africanos que fueron esclavizados (y) les tocó pagar con sus vidas nuestra libertad; sabemos (de) la sangre que derramaron nuestros ancestros y ancestras para conseguir estas tierras; sabemos que trabajaron años y años en condición de esclavitud para dejárnoslas; nos enseñaron que la tierra no se vende; entendían que debíamos garantizar a las renacientes** la permanencia en el territorio.
En estos cuatro años, el nivel de amenazas aumentó hasta llegar al intento de homicidio que acabamos de vivir el mes pasado; estamos cansadas y hartas de todo esto; en estos días, cuando la vida en la casa grande, en el planeta, se agota, se extingue, es necesario que la antropología y demás ciencias del conocimiento asuman el desafío y la responsabilidad que tenemos como seres humanos de producir conocimientos que nos permitan volver a sentir el instinto del cuidado; donde el amor maternal no sea solo un sentimiento expresado por quienes amamantan a sus hijos e hijas, sino que sea un sentimiento expresado por toda la humanidad para salvar la vida en el planeta.
La antropología por años se ha dedicado a explicar las razones de nuestra existencia como pueblos racializados. En muy pocas ocasiones (…) se han presentado estudios que indaguen por la manera en que la supremacía blanca se ha configurado, cómo se ha impuesto su poder y dominación para destruir el mundo (…) Nos negamos profundamente a favorecer políticas de muerte impuestas por intereses económicos nacionales e internacionales que continúan tratándonos como cosas; certificando nuestra existencia a través de un papel expedido por el Ministerio de Interior (…) ¿Por qué (…) los pueblos negros e indígenas (…) tienen que certificar su existencia? ¿Quién certifica la existencia de la blanquitud?
Considero que es importante que la antropología se pregunte por la manera en que sus trabajos contribuyen a definir las comunidades, a racializar nuestras comunidades o los procesos de movimientos sociales (…) a construir conocimiento sin crear prácticas de extractivismo cultural. Sin que silencien las voces de personas y territorios donde obtienen sus ideas. Quienes ya hacen trabajos que propenden por no replicar prácticas racistas pueden considerar mover sus ángulos de análisis hacia una antropología antirracista, como propone la doctora Leith Mullins (conferencista internacional del mismo evento). ¿Puede la universidad estructurar programas que formen nuevas generaciones de antropólogas y antropólogos antirracistas, antisexistas, anticlasistas, antitransfóbicos, anihomofóbicos, antilesbifóbicos que protejan el medio ambiente y que puedan encarar y retar todas las formas de aniquilación del ser? Creo que esa es una tarea perentoria. Muchas gracias”.
* Destaco dos contribuciones que el Centro de Estudios Afrodiaspóricos presentó en el XVII Congreso de Antropología en Colombia, Universidad ICESI, Cali: el volumen 1 de “Voces de resistencia” que contiene dos discos con alabaos de la región de Bojayá, a cargo de las Cantadoras de Pogue, y el libro “Demando mi libertad: mujeres negras y sus estrategias de resistencia en Nueva Granada, Venezuela y Cuba, 1700-1800”, el cual lo editaron la antropóloga Aurora Vergara Figueroa y la literata Carmen Luz Cosme Puntiel.
El 12 de junio de 2019, en el XVII Congreso de Antropología en Colombia, tuvo lugar el evento central titulado “Hacia una antropología antirracista”, en honor a Francia Márquez. A continuación, presento apartes de la intervención que ofreció la líder en riesgo:
“Somos mujeres negras nortecaucanas. Descendientes de africanos que fueron esclavizados (y) les tocó pagar con sus vidas nuestra libertad; sabemos (de) la sangre que derramaron nuestros ancestros y ancestras para conseguir estas tierras; sabemos que trabajaron años y años en condición de esclavitud para dejárnoslas; nos enseñaron que la tierra no se vende; entendían que debíamos garantizar a las renacientes** la permanencia en el territorio.
En estos cuatro años, el nivel de amenazas aumentó hasta llegar al intento de homicidio que acabamos de vivir el mes pasado; estamos cansadas y hartas de todo esto; en estos días, cuando la vida en la casa grande, en el planeta, se agota, se extingue, es necesario que la antropología y demás ciencias del conocimiento asuman el desafío y la responsabilidad que tenemos como seres humanos de producir conocimientos que nos permitan volver a sentir el instinto del cuidado; donde el amor maternal no sea solo un sentimiento expresado por quienes amamantan a sus hijos e hijas, sino que sea un sentimiento expresado por toda la humanidad para salvar la vida en el planeta.
La antropología por años se ha dedicado a explicar las razones de nuestra existencia como pueblos racializados. En muy pocas ocasiones (…) se han presentado estudios que indaguen por la manera en que la supremacía blanca se ha configurado, cómo se ha impuesto su poder y dominación para destruir el mundo (…) Nos negamos profundamente a favorecer políticas de muerte impuestas por intereses económicos nacionales e internacionales que continúan tratándonos como cosas; certificando nuestra existencia a través de un papel expedido por el Ministerio de Interior (…) ¿Por qué (…) los pueblos negros e indígenas (…) tienen que certificar su existencia? ¿Quién certifica la existencia de la blanquitud?
Considero que es importante que la antropología se pregunte por la manera en que sus trabajos contribuyen a definir las comunidades, a racializar nuestras comunidades o los procesos de movimientos sociales (…) a construir conocimiento sin crear prácticas de extractivismo cultural. Sin que silencien las voces de personas y territorios donde obtienen sus ideas. Quienes ya hacen trabajos que propenden por no replicar prácticas racistas pueden considerar mover sus ángulos de análisis hacia una antropología antirracista, como propone la doctora Leith Mullins (conferencista internacional del mismo evento). ¿Puede la universidad estructurar programas que formen nuevas generaciones de antropólogas y antropólogos antirracistas, antisexistas, anticlasistas, antitransfóbicos, anihomofóbicos, antilesbifóbicos que protejan el medio ambiente y que puedan encarar y retar todas las formas de aniquilación del ser? Creo que esa es una tarea perentoria. Muchas gracias”.
* Destaco dos contribuciones que el Centro de Estudios Afrodiaspóricos presentó en el XVII Congreso de Antropología en Colombia, Universidad ICESI, Cali: el volumen 1 de “Voces de resistencia” que contiene dos discos con alabaos de la región de Bojayá, a cargo de las Cantadoras de Pogue, y el libro “Demando mi libertad: mujeres negras y sus estrategias de resistencia en Nueva Granada, Venezuela y Cuba, 1700-1800”, el cual lo editaron la antropóloga Aurora Vergara Figueroa y la literata Carmen Luz Cosme Puntiel.