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Bonanza y enfermedad

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Jaime Arocha
29 de junio de 2010 - 03:31 a. m.
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POR EL TRIUNFO DE JUAN MANUEL Santos, destacados economistas coinciden en que tendrá que administrar la bonanza por la minería del oro, evitando los efectos negativos de la enfermedad holandesa que se desatará.

Sin embargo, guardan silencio ante la enfermedad genocida que comienza. La derecha armada e ilegal ha emitido cientos de comunicados declarando como objetivos militares a líderes del movimiento indígena y de los consejos comunitarios de los pueblos afrodescendientes opuestos a la violencia con la cual irrumpen dragas, retroexcavadoras y bombas hidráulicas en sus territorios ancestrales, con lógicos efectos de destierro. Las organizaciones de derechos humanos que han defendido a esos pueblos completan el panorama de esos objetivos militares. De tales amenazas, la emitida contra WOLA (The Washington Office on Latin America) ha recibido atención por parte de los medios porque puede exacerbar la oposición al TLC por parte de los senadores demócratas de Estados Unidos.

Esas organizaciones violentas justifican el enorme desangre porque apoyan la seguridad democrática y el modelo de desarrollo basado en la confianza inversionista. Pese a la gravedad de semejante argumento, el ejecutivo no lo ha desmentido de manera oficial y firme, por lo cual sería válido interrogarse si ese silencio sería consecuente con las posiciones a favor de los victimarios, expresadas con vehemencia a lo largo del último mes.

No obstante el terror anunciado, es admirable que esos pueblos étnicos aun tengan la fortaleza para reaccionar sin apelar a las armas. Muestra de esa arraigada civilidad para resolver conflictos es la Campaña Renacer: desde las entrañas protegiendo el territorio que impulsan el Consejo Comunitario Renacer Negro de Timbiquí, Asomanos negras y Asoconsejos de Timbiquí, para “minimizar los riesgos y amenazas al territorio y al bienestar colectivo” que implican las retroexcavadoras introducidas en el Pacífico caucano desde la mina Zaragoza sobre el río Dagua, en violación al Decreto Nº 096 que la Alcaldía de Timbiquí expidió el 10 de junio de 2010. La misma campaña reitera el clamor en contra de “las fumigaciones, la amenaza de expansión de cultivo de palma aceitera, la pesca industrial en las costas, la explotación forestal para fines comerciales por foráneos, el narcotráfico y la presencia de grupos armados”.

El poder de los economistas lo evidencia el que el primer nombramiento del presidente electo fuera el de su Ministro de Hacienda. Así, sería deseable que los miembros de ese influyente gremio, entusiasmados por la futura bonanza aurífera, también tomaran parte en las actividades no violentas que la mencionada campaña Renacer deletrea para salvaguardar a las comunidades negras y a sus territorios ancestrales. Tal podría ser el caso del foro virtual que dentro de ese esfuerzo organiza el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico; el recorrido por el río Timbiquí, o de la invitación a realizar debates académicos y publicar artículos sobre la deseable introducción de minas aluviales de oro que —al contrario de las actuales— aseguren tanto el futuro de los pueblos étnicos de Colombia como la sostenibilidad de las selvas y ríos que esos pueblos han amparado.

* Grupo de Estudios Afrocolombianos Universidad Nacional

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