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Etnocidio y paz

Jaime Arocha

07 de diciembre de 2015 - 09:17 p. m.

El etnocidio persistirá si en el posconflicto no le quitan ni una coma al modelo económico que ha favorecido a los empresarios desde el nacimiento de las Farc.

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(http://bit.ly/1N4UK6l). Para ellos habrá Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social, verdaderas repúblicas independientes, debido a que sus “[…] territorios […] serán sustraídos automáticamente y para todos los efectos de la Ley 2ª de 1959 y modificarán todo lo pertinente a los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), los Planes Básicos de Ordenamiento Territorial (PBOT) y los Esquemas de Ordenamiento Territorial (EOT) […que rigen para el resto de los colombianos]”(http://bit.ly/1OhfwSv). Nada impide que las Zidres hagan metástasis en el Afropacífico desde el Orinoco y aumenten la vulnerabilidad de los territorios colectivos, “duramente luchados por las comunidades afro”, según le explicaba Zulia Mena, la alcaldesa de Quibdó, a María Jimena Duzán. Haciéndose eco de otras voces del movimiento social afrocolombiano, la funcionaria “teme que las zonas de reserva campesina que se acuerden en La Habana se tracen a costa de [esos] terrenos ancestrales”. (http://bit.ly/1XMvDNS)

La periodista estaba en esa capital por Detonante, el festival que Semana Sostenible celebró entre el 3 y el 7 de diciembre, con el auspicio de entidades humanitarias y culturales nacionales e internacionales. Los interrogantes de ella sobre el futuro de paz en el Chocó disonaban frente a la euforia por la ampliación del Sena, la inauguración de Vive Digital y la confluencia de emprendedores ejemplares como Arturo Calle, con las más afamadas agrupaciones afro de la actualidad: Rancho Aparte, Herencia de Timbiquí y ChocQuib Town. No se detiene el mercadeo cultural de lo exótico que instauró el uribismo como respuesta privilegiada a la persistente exportación de desplazados.

Unos días antes, en Cali, el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano, la Autoridad Nacional Afrocolombiana, el Proceso de Comunidades Negras, entre otras organizaciones, persistían en la reivindicación territorial, estudiando más estrategias para que en La Habana por fin les abran espacios de diálogo. Llevan tres años mandando cartas y cabildeando ante el Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional, la oficina de las Naciones Unidas en Colombia, el doctor De la Calle e Iván Márquez. Hacen explícito su apoyo al proceso de paz, pero rechazan la indiferencia ante el creciente racismo contra los desplazados; ejercen presión para ser incluidos en Comisión de la Verdad, luego de que los hubieran ninguneado en la del Conflicto y sus Víctimas; recalcan la vulnerabilidad en que la coca ha dejado a los territorios colectivos, luego de resquebrajar los sistemas ancestrales de producción y su capacidad para preservar selvas como las que son objeto del convenio de salvaguardia que el presidente Santos suscribió en París con el gobierno noruego dentro del COP21 (http://bit.ly/1IPPa3H). Sin embargo, consolidar esos sistemas comprendiendo mejor cómo funcionan es difícil con el modelo que impulsará el SENA ampliado de Quibdó para educar mecánicos de motores fuera de borda y de acondicionadores de aire(http://bit.ly/1OL7eCG). Si en este Detonante ChocQuib Town cantó “Racismo inminente / mucha corrupción / Monte culebra / Máquina de guerra / Desplazamientos por intereses en la tierra”, quizás blinde a los próximos de la tendencia de reducir a los afrochocoanos al servicio o al exotismo (http://bit.ly/1LWlz8K).

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* Grupo de Estudios Afrocolombianos, Universidad Nacional de Colombia

 

 

 

 

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