Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Caminábamos hacia la avenida de Clichy cuando oímos “Cali pachanguero”. Al acercarnos, un man le gritaba a otro “quihubo parce” y le pasaba una botella de aguardiente. Tenía su carro estacionado ilegalmente en toda la esquina, con el baúl abierto para que se vieran y oyeran esos megaparlantes estrenduosos tan populares aquí. Sentimos vergüenza ajena por esa manifestación arrogante de colombianidad. ¿Sería por el inicio del mundial o por las elecciones presidenciales que tendrían lugar al otro día? Quizá por ambos sucesos: la que Popeye bautizó como “Familia del No” optó por vestir la camiseta de la Selección Colombia en sus marchas callejeras, y el cruce entre deporte y patria sobresale en el video del Batallón Guardia Presidencial desfilando con la misma camiseta y vociferando su apoyo al equipo nacional, en coincidencia con una de esas “señales tempranas del fascismo” que aparecen en el Museo del Holocausto de Washington: “Nacionalismo continuado y poderoso”.
Las insignias que creó Adidas para el campeonato también aparecían sobre unos cuadriláteros de lona con cuerdas atadas a cada esquina. Los senegaleses las extienden en la Puerta del Sol, el corazón de Madrid, pero con las versiones pirata de la camiseta cada equipo, de chaneles number 5 o de bolsos de Gucci o Dolce & Gabbana. En fracciones de segundo, tensan los amarres, se echan la carga al hombro y huyen de policías que los persiguen moviéndose sobre silenciosos triciclos eléctricos. Las lonas facilitan el escape y la rápida reorganización de los productos en venta cuando desaparece el riesgo. Pensé que a los vendedores ambulantes de nuestras ciudades les convendría esa tecnología apropiada, en especial porque sus números crecerán como consecuencia de otra señal del fascismo por venir, “protección al poder corporativo”. En las áreas rurales, ese amparo reeditará el destierro de campesinos, afros e indígenas, conforme ya sucedió a lo largo de los dos primeros períodos del uribato.
La señal del “entrelazamiento de religión y política” resulta de los acuerdos celebrados con los fundamentalistas católicos y cristianos a lo largo de la campaña presidencial uribista. Quedó corroborada mediante la segunda frase del discurso triunfante de Iván Duque: “Quiero darle gracias a Dios”.
Por su parte, en el Congreso el uribismo robusteció la “supremacía de los militares” modificando la JEP al aplazar su comparecencia “hasta que el nuevo gobierno presente un Acto Legislativo que pueda crear una sala especial para juzgarlos” , en tanto que Óscar Iván Zuluaga ha trinado a favor del dique que Duque le pondrá a los intelectuales, corroborando de esa manera ese otro indicativo —“desdén por intelectuales y artistas”— sobre el cual María Fernanda Cabal nunca ha dejado de hacer énfasis.
El resto de señales que enumera la curaduría del Holocausto incluye: desdén por los derechos humanos; identificación de enemigos como causa unificante; sexismo rampante; medios amordazados; obsesión por la seguridad nacional; supresión del poder del trabajador; obsesión por el crimen y el castigo; clientelismo y corrupción rampantes, y elecciones fraudulentas. Infortunadamente, casi todas ya son constatables.
* Miembro fundador, Grupo de Estudios Afrocolombianos, Universidad Nacional
Le puede interesar:
También le puede interesar:
