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El 29 de junio de 2023, la Corte Suprema de los Estados Unidos falló en contra de la admisión universitaria por identidad racial. Sonia Sotomayor, de origen puertorriqueño, quien ata su paso por Princeton y Yale a esa política, hizo parte de las tres magistradas que se opusieron a frenar en seco las acciones afirmativas que les han ofrecido ventajas a la gente afro y latina para ingresar a las mejores universidades norteamericanas.
El presidente del tribunal argumentó que “discriminar positivamente a alguien por su raza implica a la vez discriminar negativamente a otro por la suya”. Sin embargo, a un lado de esa ecuación están quienes aún sufren el síndrome del trauma post esclavista debido a que sus antepasados fueron secuestrados en África, mantenidos en inmundos campos de concentración y privados de su humanidad al haber sido convertidos en bienes muebles.
Al otro lado figuran quienes han ejercido violencias tan inicuas como las del Ku Klux Klan, emitieron las leyes Jim Crow para que la gente negra no compartiera los mismos espacios con la blanca, ni fuera a las mismas escuelas, ni tuviera los mismos derechos electorales. De ahí el movimiento que lideraron Rosa Parks, Martin Luther King, Malcom X y otros activistas que lograron que en 1964 pasara la Ley de los Derechos Civiles y en 1965 la de los Derechos al Voto. En ese mismo año, el presidente Lyndon Johnson consideró que ese proceso restaurativo necesitaba reforzarse mediante acciones afirmativas.
Sin embargo, la derecha reaccionó con una incesante campaña para reversar la discriminación positiva. De ahí que el expresidente Donald Trump escribiera que este 29 de junio había sido un día de grandeza para “América”. A esa ley la acompañan las que prohíben enseñar acerca de la teoría crítica de la raza dizque para que niñas, niños y jóvenes no se formen ideas negativas sobre la historia de esa nación. Se trata de un propósito coincidente con los ideales de movimientos de ultraderecha como MAGA (Make America Great Again) y Proud Boys, cuyos miembros no son los únicos en alabar otras dos leyes recientes de la misma Corte, libertad de compra y tenencia de armas y prohibición del aborto.
Por ese envalentonamiento quizás quienes asaltaron el capitolio el 6 de enero de 2020 pasen de ser enjuiciados a héroes nacionales. Trump y DeSantis ofrecen indultarlos si llegan a la presidencia. Empero, ninguno de los dos, como sus copartidarios, consideran que esa opción tendrá efectos negativos sobre los sistemas democráticos.
Inclusive sus equivalentes colombianos llevan 30 años poniéndole palos a la rueda de nuestro máximo estatuto restaurativo, la Constitución de 1991, y a derivaciones suyas como la Cátedra de Estudios Afrocolombianos, pensada tanto para cerrar las brechas educativas que afectan a la gente afro, como los vacíos de conocimiento del resto de los colombianos con respecto a la historia, cultura y aportes de esos pueblos a las economías y sociedades coloniales y republicanas. Esa especie de MAGA colombiano rebasa los linderos de la derecha y deplora las acciones afirmativas, como puede leerse en artículos de opinión publicados por prestigiosos escritores cuando han surgido propuestas para poner en marcha programas de admisión especial para gente negra, comparables a los inobjetados que ya existen para aspirantes indígenas. Se justifican alegando que aquí la esclavitud fue tan benigna que dio lugar a un mestizaje redentor del racismo. Sin esta última lacra, ¿para qué un programa de admisión por cuotas de aspirantes negros y negras? }
Sin embargo, si eso es así, ¿por qué el énfasis del informe de la Comisión de la Verdad sobre la segregación espacial, la pobreza y las sistemáticas violaciones a los derechos humanos en regiones de poblamiento afrocolombiano como el litoral Pacífico y los Montes de María? ¿Por qué la inhumanidad e indignidad del trato que ha recibido la vicepresidenta Francia Márquez? La reacción a su figura y a su origen o la condena irracional a sus acciones y propuestas políticas nos van haciendo conscientes de que aquello de las esclavizaciones benignas es tan fábula como la democratización por mestizaje racial. De ahí que un correctivo indispensable consista en las acciones afirmativas.
* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional. Patronato colombiano de artes y ciencias.
