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Gitoma, el hombre solar

Jaime Arocha
13 de febrero de 2024 - 02:00 a. m.

Quizás hoy uno debería manifestar su indignación por el actual pantano de inmundicias políticas. Sin embargo, los cien años que cumplió la publicación de La Vorágine vuelven a realzar el espanto de la esclavitud cauchera. De ahí las palabras siguientes.

La narración etnoficcional, titulada Gitoma, el hombre solar¹, ofrece la noción de sentido uitoto:

“—¿Cómo estaré seguro de que todo lo que cuente es tal como lo viví? — preguntó el aspirante.

Gareda Planta de la Memoria lo observó con sus numerosos ojos verdes y le respondió:

—Por el vigor de las palabras, que debes sentirlo tú antes que los demás. Solo así lograrás hacerte Nimairama (…), Custodio del Rafue, la palabra fría y dulce que ilumina y aconseja el buen vivir.

—¿Ahí está la realidad, entonces, en las palabras bien dichas?

—No. La realidad no está en la historia que cuentas, sino adonde te lleva (…), al hogar de la realidad que es el sueño”.

A principios de siglo XX, Julio César Arana tomó conciencia de la fortaleza de semejante religión animista, y se fue contra las identidades tribales para que el caucho llenara las arcas de su Peruvian Amazon Company, empresa esclavista con socios ingleses. Mediante la tortura se propuso extirpar el uso de los tradicionales nombres de uitoto, murui, muinane, bora y andoque, además de los de otros pueblos de la cuenca amazónica. Que tan solo se vieran a sí mismos como bárbaros, esa “equivocación de la naturaleza” que vive “a ambos lados del Ecuador”, según el pensamiento que el Cardenal Gaetano expresó a comienzos del siglo XVI, y mediante el cual Arana justificó sus monstruosidades (pág. 157). Destinó a niños y niñas a catequesis e internados para imponerles la fe católica y el español, y de esa manera aniquilarles el vínculo entre narración, verdad y sueño.

Hacia 1875, el antecesor de Arana, Benjamín Larragaña, ya afianzaba la extracción cauchera mediante azotes, amputación de manos, piernas, orejas y penes. Más adelante, el legatario de ese pionero pastuso contrataría paramilitares para que operaran modernos fusiles, ametralladoras y cañones. Sin embargo, semejantes atrocidades más bien nutrían la resistencia que lideró Gitoma mediante la construcción de Muinaje, fortaleza uitota. Fue una “Babel coaligada de lenguas y afanes” que, entre otros, incluyó a ticunas maloqueros, mirañas cavadores de fosos con trampas llenas de estacas que los ocainas afilaban, cofanes alquimistas de curare envenenador de dardos para cerbataneros prestos a dispararlos al recibir instrucciones emanadas de las graves voces de maguarés² divinizados por ser encarnaciones de la Anaconda celeste (pág. 198).

No obstante, triunfó la artillería mercenaria. Vino la diáspora desmemorizadora a la cual uitotos paliaron mediante un viejo hábito. Siendo un pequeño niño, Acento-Gitoma se hizo portador de la memoria por las enseñanzas de Matogike. De él aprendió que el relato contiene “(…) el sentir del viento, la voluntad del agua (…), las propiedades de las plantas, las voces de los pájaros (…) Esto es (…) la memoria restaurada de los murui-muinane”. Así, Acento-Gitoma quedó con la responsabilidad de devolverles ese “conocimiento principal” a quienes lo perdieran (pág. 85).

En parte, el genocidio cauchero finalizó por la reacción de la Corona Británica a favor de aquellas víctimas que eran sujetos suyos, hombres negros que Arana había llevado desde la colonia de Barbados. Sir Roger Casement, cónsul en Río de Janeiro, rindió un informe ante la Foreign Office con un cimiento espurio: la publicación del viajero Walter Hardenburg, plagiario de las denuncias que en 1907 había hecho en Iquitos quien sería asesinado diez años después, el periodista peruano Benjamín Saldaña Roca. Sin embargo, Hardenburg no fue el único pirata que denunció Niño. También se fijó en el biocorsario Henry Wickham, responsable de la exportación clandestina de casi 100.000 semillas de Hevea brasilensis desde la Amazonía hacia Malasia e India. Así Inglaterra se convirtió en pionera de la agroindustria cauchera (ver págs. 167-182).

Basada en monocultivos extendidos por enormes áreas deforestadas, esas plantaciones son causa de la crisis ecoclimática. Todo lo contrario lo logran plantas rodeadas de selva y endiosadas, como aliento de yuca, esencia de Juttiñamui, “padre principal uitoto, creador del mundo y de los elegidos” (pág. 15).

* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional. Director, Nueva Revista Colombiana de Folclor.

¹ Título de la novela antropológica que el maestro Hugo Niño publicó en 2023 con Ilustraciones de Cristian Dinculescu y de piezas reunidas por el mismo autor a lo largo de su trabajo en la región amazónica.

² Tambores cilíndricos labrados en árboles enormes.

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Melmalo(21794)13 de febrero de 2024 - 05:36 p. m.
Lo que el monocultivo del caucho causó en su época en la selva,lo causan tambien hoy en día grandes monocultivos de palmas de aceite y banano entre otros,crisis ecoclimáticas y muchos muertos.
ERWIN(18151)13 de febrero de 2024 - 12:44 p. m.
Quer bueno ..la esclavitud mental ..cambia tu mentalidad Colombiano .
Chirri(rv2v4)13 de febrero de 2024 - 06:32 a. m.
Muy bueno , Jaime, gracias. Se te felicita en nombre de las víctimas que no pueden leerte.
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