Publicidad

Islotes de mutua sospecha

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Jaime Arocha
13 de julio de 2010 - 04:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

A FINALES DE 2006, LOS DOCUMENtales de Contravía nos estremecían con el retorno de los desterrados de Jiguamiandó y Curvaradó, después del exilio al cual habían sido forzados en 1997.

Veíamos las caras de sorpresa por el regreso a una tierra irreconocible. Los cultivos rectilíneos y monótonos de palma aceitera habían transformado el paisaje, y violaban los derechos colectivos al territorio ancestral de las comunidades negras originarias de esa parte del bajo Atrato. Hollman Morris, el director de ese programa de televisión, identificó a tres jefes paramilitares protagonistas del destierro original que alababan el papel de la palmicultura para el desarrollo de la región. De ahí las preguntas para al entonces ministro de agricultura, Andrés Felipe Arias, quien respondió objetando la demonización de la palma y dejó videograbada su indiferencia frente a la responsabilidad de los inversionistas y a la tragedia de las víctimas.

El Cultivo de la Palma en el Chocó hace parte de la serie que le ha dado voces a los silenciados del país. De ahí el homenaje del pasado 28 de junio al periodista que la ideó. Se lo ofrecierion Flip, Medios para Paz, el IPYS, la Universidad Javeriana, el Programa por la Paz de Cinep, la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Minuto de Dios y la Asociación de Facultades de Comunicación Social. La intervención de Luisa Fernanda Vallejo, la presidenta de esa asociación, fue acerca de cómo las altas esferas del poder han ido convirtiendo a la paranoia en una forma de gobierno que hace de los colombianos “islotes de mutua sospecha” quienes se sienten rodeados de delatores, informantes y subversivos.

Pasarán años antes de que el país se cure de esa patología. Mientras tanto, conforme a las denuncias formuladas hace unos meses por Catalina Botero de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para el común de la gente será natural y laudable para la defensa de nuestra versión de la democracia que el hostigamiento del cual ha sido víctima Hollman también involucre a sus pequeños hijos, ¡quienes deben ir a clase protegidos por guardaespaldas!

En ese homenaje, Hollamn clamó para que se hiciera realidad el discurso del presidente electo en cuanto a “cesar los odios”, y de esa manera —ojalá— ofrecer disculpas oficiales por casi diez años de tratar a los disidentes políticos como aliados del terrorismo y de haber hecho lo posible por mostrar a las víctimas como victimarios. El homenajeado hacía explícita la esperanza de que el gobierno al fin se pusiera a tono con una comunidad internacional para la cual Contravía ha sido un aporte a favor de los derechos humanos. En efecto, esa noche supimos que el Departamento de Estado norteamericano había premiado a Juan Pablo Patiño, otro miembro de ese equipo, y que la Fundación Neiman había hecho lo propio para que Morris estudiara en la Universidad de Harvard. No obstante ese optimismo, dos días después, la prensa anunciaba que a Hollman le habían negado la visa para viajar a los Estados Unidos. Hoy, levantar la barrera que a Harvard le impide beneficiarse de la visión crítica de Hollman Morris atestiguaría la voluntad de quebrantar el maridaje entre poder político y paranoia que también ha florecido en el norte.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.