“Los muertos solo mueren si dejamos que perezcan en nuestros corazones”1, máxima que comparten los pueblos del África occidental y sus descendientes en las Américas y el Caribe. Durante la celebración del décimo tercer aniversario del Proceso de Comunidades Negras (PCN), en los corrillos informales su liderazgo habló de cómo veía a sus difuntos y oía los consejos que le daban. Inclusive, el 10 de noviembre, al recibir el doctorado honoris causa en educación con el cual la galardonó la Universidad Pedagógica Nacional, la vicepresidenta Francia Helena Márquez Mina comenzó por saludar a ancestros y ancestras como sus abuelos, Valeriano Márquez y Andrés Mina Viveros. También a lideresas y líderes que la habían formado: Mama Kuama (del palenque del Kongal que cubre los ríos Calima, Dagua, Anchicayá, Raposo y Mayorquín), Paulina Balanta de Suárez para quien el río era padre y madre, y por lo tanto vida sagrada y Yellen Aguilar-Ararat, sabio ambientalista conocedor de la filosofía del ubuntu, quien contribuyó a situar al PCN en el escenario internacional2. Recordé cómo, a comienzos del siglo XVIII, a Tituba, mujer Ashanti acusada de brujería, ni el alma de Man Yaya, curandera “instalada en el más allá”, ni la de Abena, su madre, dejaron de acompañarla y guiarla hasta el día de su ejecución. Tercos son los rastros de la religión del Muntu. Manuel Zapata Olivella los describió como “hermandad de vivos, difuntos, hombres, animales, árboles y minerales (agua, tierra, estrellas), sometidos a las leyes trazadas por los grandes orichas”. De ahí que cada día de la conmemoración del PCN comenzara con instantes de meditación y ofrendas ante un altar en honor a Yemayá (deidad de las aguas), Changó (señor del trueno) y Elegguá (dios de los caminos, guía de las personas). Terminado ese momento, tambores y marimbas como los del Son Magüireño de Jeison Hurtado reforzaban la conexión espiritual.
La mañana del 11 de noviembre fue para la libertad de palabra. Liborio Hurtado Quiñonez habló de cómo los fabricantes de alimentos concentrados han roto esa fraternidad que, por años, han elaborado los del Palenke Currulao con el alto río Mira: las multinacionales entran a la brava y pescan las cantidades de curruma y la carduma que más puedan. A las comunidades las privan de sus carnadas tradicionales y las someten a la escasez de pescado. Al día siguiente, el profesor Arturo Escobar le dió contexto a esa queja: el desarrollo neoliberal se arroga el derecho a matar, y mediante esa violencia convierte a la tierra en un supermercado de recursos. Explicó que el pueblo Mapuche llama “terricidio” al efecto de semejante imposición que desemboca en el colapso climático y ambiental que hoy enfrenta la humanidad. De ahí la relevancia de la pedagogía que el PCN ha impartido, cuyas máximas de fraternización también enumeró la doctora Márquez Mina: “vivir sabroso” mediante el ejercicio del ser y su reafirmación; salvaguardia del territorio, o sea el espacio para el ser; “que la dignidad se vuelva costumbre” como opción para “el futuro del ser”, “soy porque somos”, cimiento de solidaridad entre los pueblos y “el resistir no es aguantar” como fundamento de la reparación histórica.
Desde su nacimiento en 1993, ese movimiento optó por denominarse “proceso”, organización no acabada en constante adaptación al entorno cambiante en lo ambiental, social y político. Mediante escuelas de liderazgo como las que impulsa en Medellín Karabantu, equipo asociado con el PCN, ofrece una pedagogía enfática de las máximas ya mencionadas. Suman una filosofía alternativa para enfrentar a la que Francia Márquez llamó policrisis.
* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional y Junta directiva Patronato colombiano de artes y ciencias.
** Esta columna aparecerá tres días antes del aniversario 19 de la muerte de Manuel Zapata Olivella, fuente inagotable de inspiración.
1 Condé, Maryse. 2022. Yo, Tituba, la bruja negra de Salem. Barcelona: Impedimenta.
2 Aguilar se refiere a los mentideros del bajo Mira donde la gente se sienta sobre las grandes raíces de los árboles y en conversaciones informales refrenda decisiones importantes para las comunidades (ver).