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Me referiré a una enorme paradoja que tiene lugar en el contexto de las negociaciones para alcanzar la “paz total”.
En Quibdó, cerró sus puertas “Muntu-Bantu, centro de memoria, documentación y materialidades afrodiaspóricas”. El 13 de enero de 2023, su directora administrativa, María Fernanda Parra, y su fundador y director académico, el historiador Sergio Antonio Mosquera, emitieron un comunicado para informarles a las entidades estatales, organizaciones de derechos humanos, instituciones académicas y museológicas, y personas que luchan contra la guerra, que han sido objeto amenazas contra sus vidas. Por teléfono, Mosquera especificó que una célula del Eln los catalogó como objetivos militares, después de que ellos argumentaran que les era imposible pagar un impuesto de guerra que contradice la filosofía y la ética de una institución afrocentrada que se ha dedicado a la reivindicación de la afrogénesis, mediante la investigación y la pedagogía en una de las regiones que quizás más necesite de esas contribuciones.
Para que los lectores comprendan la magnitud de la pérdida a la cual me refiero, basándome en fotografías tomadas durante mi visita del 2 de diciembre de 2017, describiré las características del componente museológico de un centro que de manera excepcional materializa la didáctica antirracista que inspira a la Cátedra de Estudios Afrocolombianos que introdujo la Ley 70 de 1993.
Frente a la Universidad Tecnológica del Chocó-Diego Luis Córdoba, al visitante lo recibe una escultura en hierro que representa las bodegas de un barco esclavista (ver foto 1).

Así, esa persona puede imaginar cómo fueron forzados hombres y mujeres a hacer la travesía atlántica desde África occidental y central acostados por tres meses, revueltos con sus heces, sujetados en sus cuellos, muñecas y tobillos mediante grilletes y cadenas.
Ya adentro, hallará que además de esos objetos de tortura los esclavistas usaron fuetes, cepos para inmovilizarles cabeza y manos a quienes se revelarán y los hierros que luego de ponerse al rojo usaron para marcar a las personas. Carimba fue el nombre de una operación que buscaba aclarar quién era el dueño del ser que mediante la violencia había sido convertido en mercancía, es decir “cosa” transable en un mercado (Ver foto 2).
La muestra museológica no se regodea en las ignominias, sino que detalla los valores que han encarnado héroes como Toussaint Louverture, artífice de la revolución haitiana (ver foto 3) o los pensadores, políticos y militares afrocolombianos más destacados, así como las de líderes de movimientos planetarios como son Nelson Mandela, Martin Luther King, Malcom X, Desmond Tutu (ver fotos 4, 5 y 6).
En la sección “Afrofeminismo” aparecen lideresas del movimiento de derechos civiles de los Estados Unidos, desde Rosa Parks, quien se negó a ocupar el lugar que los buses destinaban para la gente negra, hasta Angela Davis y Chimamanda Adichie (ver fotos 7 y 8), y resaltar a Piedad Córdoba y Paula Moreno, entre otras líderes afrocolombianas[1].
No puede ser que un grupo armado para el cual la superación de la subalternidad consiste en uno de los propósitos de su lucha contribuya a que desaparezca una institución empeñada en una meta comparable. Ojalá los negociadores del proceso de paz tomen nota de este escrito y de otras voces y apoyen la proyección futura del museo Muntu-Bantu.
* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional.
[1] Supe de esta nueva sección por los colegas Camila Orbegozo y Diego Martínez, quienes recorrieron el museo en diciembre de 2022 y compartieron las fotos que tomaron.
