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Nacido en Gaza

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Jaime Arocha
24 de octubre de 2023 - 02:05 a. m.
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Entendido como significado y propósito de humanidad, el sentido consistió en el antídoto para que Víctor Frankl no se electrocutara lanzándose contra las alambradas de Auschwitz y Dachau. El sentido del amor por su esposa alimentó de tal modo su fortaleza, que su cuerpo cubierto de harapos fue capaz de cavar y tender traviesas de ferrocarril, entre otras labores que realizaba bajo temperaturas gélidas, mientras los guardias de las SS lo humillaban y golpeaban. Ser prisionero y al mismo tiempo observador consistió en la experiencia que él convirtió en un libro aleccionador de la cotidianidad, El hombre en busca de sentido1.

No he podido apartar de mi mente la noción de sentido que albergarán niños, niñas y jóvenes, víctimas de esta crueldad inconmensurable, que desató el acto terrorista que Hamas ejecutó el 7 de octubre. He recordado aquella escena de la película Kandahar2 que se desarrolla dentro de una escuela coránica, localizada entre Irán y Afganistán. Decenas de niños, mas no niñas, repetían sura tras sura acurrucados en el suelo, sin parar de hacer reverencias. El mullah talibán que los adoctrinaba le pidió a uno de ellos que mostrara lo aprendido sobre la espada que exhibía: “Arma que ejecuta las órdenes de Dios: le corta las manos a los ladrones y las cabezas a los asesinos”. Enseguida mostró un Kalishnikov, y gritó: “arma de fuego con poder de repetición. Mata a los vivos y destruye a los muertos”.

¿Serán sentidos como ese el que el conflicto Palestino-israelí hoy les lega a niños y niñas? El documental Nacido en Gaza ofrece luces. Lo dirigió y filmó Hernán Zín y está disponible en Netflix. Versa sobre la ofensiva que realizó Israel entre julio y agosto de 2014 y se basa en entrevistas a una docena de los 3.596 que se salvaron de engrosar los 506 niños y niñas asesinados, pero quienes recibieron serias heridas a lo largo de esas semanas.

Bisán —quizás de siete años, con una venda que cubría la apertura de su cráneo— hablaba de la ilusión de ser profesora de inglés, así las explosiones hubieran acabado con la casa de su familia. Aparece jugando a las muñecas con Shaima de la misma edad. Una vez herida, suplicaba que le dieran agua, ya totalmente racionada. Ese día murieron papá, mamá y tíos.

En Rafah, Rajat, menor de 12, no le hallaba sentido a su presente. Contó que, por quince años, su padre había sido chofer de una ambulancia de la Cruz Roja a la cual bombardearon. Junto con los paramédicos, se disponía a bajar heridos. Mientras rescataban a otras víctimas, explosiones adicionales acabaron con seis choferes de ambulancia y 33 salubristas.

A la adolescente Malak la hirieron con otras niñas, refugiadas en el baño de la escuela femenina Yabalia de la ONU. Los bombazos dejaron 22 personas muertas, 80 heridas y la desconfianza en esa organización internacional como fuente de amparo. Con todo y su cáncer, Malak añoraba un imposible apoyo psicológico y el sentido de llegar a ser profesional.

Pese a que en tres ocasiones retroexcavadoras destruyeron la finca de su padre, Mahmud aún pensaba en un futuro como agrónomo. Cultivaban tomates, pepinos, pimentones y berenjenas, así a la reconstrucción la impidiera el bloqueo para entrar materiales.

A Sondos de seis años la trataban en el hospital Al Shifa de la ciudad de Gaza. Los misiles dirigidos a la mezquita Omar Ibn A’-Al, le sacaron sus intestinos. En la UCI donde pasó dos días tuvo paros cardíacos y se preguntó “si no tengo ni tanques, ni soy miliciana, ¿por qué me hacen esto?”.

Motasem si respondió que le gustaría entrar en la resistencia. Se había ido a la playa con otros siete niños de diez años a jugar fútbol. Los alcanzaron tres misiles y del grupo quedaron tres sobrevivientes, primos entre sí. Hablaron de la metralla que aún tenían sus cuerpos y de que a Motasem le daba por gritar; tenía pesadillas sobre su hermano asesinado; a su madre le repetía que quería morir y su hermana impidió que se arrojara por un balcón. Pertenecía a una de las 3.800 familias de pescadores a las cuales se las sometió a la indigencia prohibiéndoles faenar más allá de las seis millas.

En fin, Mohamed de 13, reciclador de la tercera generación de nacidos en albergues de refugiados —edificios medio demolidos— también ayuda a documentar la arqueología del actual asalto a Gaza. Refuerza la visión de Raz Segal, “historiador israelí y profesor de Estudios sobre Holocausto y Genocidio”: estamos ante “…un caso de genocidio propio de un libro de texto3. Esa intención de llegar al aniquilamiento de un pueblo le da la razón a Yuval Harari: Hamas desató una guerra contra la mente y el alma que se puede ampliar a la pérdida del sentido de lo humano4. De acuerdo con la periodista Amira Hass, hija de sobrevivientes del Holocausto, tan solo el inmediato alto al fuego en Gaza restituiría la confianza mutua entre personas.

* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional y del Patronato de artes y ciencias.

1 Herder editorial. Barcelona 2015.

2 Dirigido en 2001 por Mohsen Makhmaldaf, el largometraje se refiere a la afgano-canadiense Nafar, quien busca a una hermana dispuesta a suicidarse, por las mutilaciones que le causó una mina antipersona.

3 Ver también Democracy Now.

4 Ver la entrevista en “The rest is politics”.

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Eduardo(7668)13 de diciembre de 2023 - 09:41 p. m.
Idan, nieto de mi prima Miriam, fue asesinado de un tiro en la cabeza y en estado de indefensión el 7 de octubre. Así pues Arocha que su papel de héroe del White Man´s Burden no lo puede jugar con mis muertos.
Juan(45350)24 de octubre de 2023 - 08:49 p. m.
Excelente columna GRACIAS!!! Netanyahu y su banda de sicarios israelíes son bandidos sanguinarios
Pedro(18355)24 de octubre de 2023 - 03:17 p. m.
Sí, y por qué no detalla las muertes de los 1368 Israelíes civiles inocentes masacrados con sevicia y saña por Hamas hace dos semanas. Esos sufrimientos son los mismos que los de los palestinos. Todos son horribles. Perdón, pero un comentarista no es un propagandista.
Julio(83619)24 de octubre de 2023 - 01:28 p. m.
Este documental se puede complementar con otro del mismo director: los niños de Siria, para entender mejor el tablero de ajedréz que vienen jugando en medio oriente las potencias que tienen derecho al veto en la ONU.
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