Comienzo por felicitar a la Comisión Colombiana de Juristas en su aniversario 25, y regreso a la violencia contra las mujeres.
En el Baudó, el desplazamiento femenino fue por la seguidilla de atrocidades guerrilleras y paramilitares. Las inauguró el Ejército Popular de Liberación en 1994(1). Seis años después la Asociación Campesina del Baudó tenía un manual sobre la conducta que deberían seguir mujeres jóvenes y maduras para protegerse de las exigencias de comida, cama e información que les hacían miembros de todos los grupos armados.(2) Apelaba a mecanismos de solidaridad consecuentes con la filosofía de esa organización. Líderes como Rudecindo Castro y Abigail Serna partieron de la tradición afropacífica de resolver conflictos sin apelar a las armas y de las enseñanzas de Nelson Mandela. En la difusión de estas últimas había sido protagonista Juan de Dios Mosquera, creador del Movimiento Nacional por los Derechos Humanos Afrocolombianos Cimarrón. A lo largo del decenio de 1980, él incentivó el funcionamiento de círculos de estudio, a los cuales llamó Soweto, para recordar la masacre de un centenar de estudiantes ocurrida en esa sección de Johannesburgo el 16 de junio de 1976(3). Los manifestantes de entonces hacían parte de un movimiento contra el sistema educativo sudafricano porque imponía esa versión del idioma holandés conocida como afrikáans, al mismo tiempo que prohibía las lenguas maternas en su mayoría de la familia Bantú.
Ante ese sistema excluyente, una de las grandes apuestas de Mandela fue reimaginar la educación, ideal que convocó grupos de críticos y disidentes que expresaban su inconformidad cantando, recitando, filmando y dramatizando. Uno de esos activistas es el poeta, teatrero y sociólogo Ari Sitas, a quien en 2010 el Ministerio de Educación Superior y Entrenamiento le encomendó la misión de convocar y coordinar el Charter for the Humanities and Social Sciences con especialistas de élite sudafricanos, europeos, norteamericanos y latinoamericanos.(4) Para este equipo, el robustecimiento del régimen posapartheid depende de proyectos catalizadores alrededor de la historia de los pueblos confluyentes en Sudáfrica, de sus idiomas maternos, de la educación comunitaria, de la revitalización de las herencias en los museos o de la difusión de tesis doctorales basadas en la pedagogía crítica de Paolo Freire o la descolonización de Franz Fanon, todo esto en el marco del Programa para el Renacimiento Africano y del Centro para la Educación y Oportunidades de por Vida. Estas iniciativas paradigmáticas contradicen el modelo de desarrollo y la reforma educativa por los cuales ha propendido el presidente Santos. Entonces, ¿qué supuestos guían al mandatario colombiano para proponer que el legado de Mandela oriente nuestro proceso de paz? En su segundo mandato, ¿aceptaría los remezones que implicaría semejante propuesta?
