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Santuario trocheado

Jaime Arocha

10 de abril de 2023 - 09:00 p. m.

Para Google, la reserva natural Pionono-Las Águilas es un Santuario. Está entre Sopó (provincia de Sabana Centro) y Guasca, de la provincia del Guavio, a la cual también pertenecen Ubalá, Gachetá, Gachalá, Gama, Guatavita, Junín y La Calera.

Santuario Pionono-Las Águilas.
Foto: Jaime Arocha
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Ingresamos a las nueve de la mañana del 7 de abril, con la guía de Luisa Fernanda Pedraza, quien se define como “montañera” y hace parte de una familia campesina motivada a salvaguardar la sabiduría de don Carlos Peña Sarmiento, a su vez empeñado en propagar los legados de su abuela Eutimia “campesina yerbatera y estudiosa del monte”2. De ahí el nombre de Escuela Ambiental Campesina Monte Eutimia. Lo escogió la Asociación Comunitaria Fortaleza de la Montaña, a la cual pertenece Luisa, y cuyas iniciativas y actividades aparecen en la revista “Mirando al monte desde la ruana”. Nuestra orientadora es observadora de orquídeas, para quien la variedad de especies es un indicador fiable de salud ambiental, según se apreciará en la tesis que prepara para la Maestría en Estudios sobre Sustentabilidad del Cider de la Universidad de los Andes.

Páramo alto andino con tendencia seca es el distintivo fundamental del santuario. No se trata del oximorón que formaría la unión de páramo y sequedad, sino de un ecosistema más frágil que el esponjoso de Chingaza. En este los frailejones son más bajitos, con hojas menos lanosas, pero eso sí, de biodiversidad comparable.

Santuario Pionono-Las Águilas.
Foto: Jaime Arocha

Las orquídeas incluyen los bien conocidos epidendrums de flores fucsia, además de las Stelias de penachos muy finos, y una especie hospedera de las ranas. Conocimos el romero de páramo y el laurel de hoja pequeña que aromatiza la mazamorra chiquita, pero el cual no debe confundirse con el mulato de hojas similares, pero aserradas. Musgos de todos los verdes y blancos, con brotes de hongos amarillos, rojos y café, y encima, uvas camaronas, hermanas de las de anís que se usaban para el chirrinche artesanal. El arrayán de hojas pequeñas es primo de la guayaba, y si el caminante las mastica, le alivian la fatiga. Y ojo al cordoncillo que cuida el agua, y por fortuna, crece rápido. La florescencia de los múltiples raques atraía a colibríes muy coloridos. Por la dureza de su madera, esos árboles han servido para hacer cabos de palas y azadones.

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Stelias de penachos muy finos.
Foto: Jaime Arocha
Hospedera de ranas (Pleurothallis).
Foto: Jaime Arocha

La tala de encenillos viene desde la colonia, al extremo de que ya hay zonas donde está extinguido. Es de difícil y lenta reproducción, por lo cual figura poco en los viveros del área. De ahí la alegría por las decenas de estos arbolitos que germinaban a la orilla del sendero. No obstante, a la dicha la truncaron los que íbamos hallando aplastados por las anchas ruedas que dejaban sus huellas a lado y lado del camino.

Encenillos recién nacidos a la orilla del sendero del Santuario.
Foto: Jaime Arocha

Motocrocistas, explicó nuestra guía, pero cuál sería la sorpresa de que a 20 metros nos encontramos una caravana de seis vehículos de doble transmisión en un rally para superar los obstáculos que tendía ese viejo camino de indios, cuyo veto para el tránsito de automotores parece no ser explícito. Varios choferes vestidos de camuflado militar se habían apeado, y cerveza en mano-lata al piso, registraban los distintos retos, mientras parte de sus mujeres permanecían dentro de carros a los cuales no les apagaban el motor. Unos jóvenes de hablado gomelo se alegraban de lo bien que los carros “trochaban”, y uno de ellos dejó que su cámara se deleitara con lo que para él era la belleza de esa llanta que superaba el barranco. El de la camiseta Harley Davidson lanzó un dron que daba cuenta de que una de las Jeeps Cherokee había quedado atascada.

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4x4 trochador del Santuario.
Foto: Jaime Arocha
Jeep atrapado por un barranco del Santuario.
Foto: Jaime Arocha

Acongojados, experimentamos la impotencia por las ramas quebradas y recogimos orquídeas maceradas que revolvimos con la hojarasca esperanzados en su resurrección. A esa tristeza y rabia las atenuó un apicultor que estaba a la salida de la reserva. Nos habló de los panales que tenía para promover la polinización y la consecuente propagación de especies.

El 8 de abril, Luisa Fernanda nos dejó saber que el alcalde de Guasca se había enterado de los “trochadores 4x4″ a cuyos conductores se les había aplicado “sanción Código Policía”. Sin embargo, parece ser que el guardaparques de Guasca lleva meses de reportajes infructuosos acerca de esas contravenciones. Así, es evidente el fracaso de la estrategia de conservación para esa área. Fuimos testigos de una actividad nefasta para la biodiversidad. Ojalá tal deporte ecocida no se convierta en otra fuente de sobornos.

* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional.

1 Luisa Fernanda Pedraza Camargo. 2022. ¿Qué es la escuela ambiental y campesina Monte Eutimia? Mirando al monte desde la ruana, una revista para la vida campesina, Nª1, agosto, pp. 37-39

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