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Sobredimensión afropacífica

Jaime Arocha

28 de agosto de 2023 - 09:00 p. m.

Me referiré al “II Congreso de los pueblos y comunidades negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales”, celebrado entre el 25 y 27 de agosto de 2023 para conmemorar los treinta años transcurridos desde la firma de la Ley 70 de 1993, realizadora de los derechos de los pueblos de ascendencia africana en el país. Como estudioso del Afropacífico, he discutido con quienes sostienen que su texto original es limitante porque reduce su jurisdicción a ese litoral y a sus gentes. La he defendido apelando a su artículo primero: “se aplicará también en las zonas baldías, rurales y ribereñas que han venido siendo ocupadas por comunidades negras que tengan prácticas tradicionales de producción en otras zonas del país y cumplan con los requisitos establecidos”.

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La gente afrocaribeña se ha valido de esa apertura para encaminar 142 de las 319 solicitudes de titulación colectiva que la Agencia Nacional de Tierras recibió en 20221. Por razones de espacio, no me refiero a trámites equivalentes en otras regiones. Sin embargo, hoy el favorecimiento original modela la visión que el presidente Gustavo Petro hizo explícita en el discurso de apertura del congreso mencionado. Habló de “comunidades negras”, sin apelar a las demás denominaciones del programa. El movimiento afro las reivindica para dar cuenta de al menos parte de la diversidad de afiliaciones presentes en el país. De esas designaciones, tres permiten la autoidentificación con la historia y cultura de los antepasados, más que con la de “negro” o “negra”, enfáticas del color de la piel. La gente afrocolombiana reconoce ser legataria de culturas colombianas y africano-occidentales y centrales; la palenquera, heredera de la tradición cimarrona contra la esclavización, originada durante la primera mitad del siglo XVI, más que todo en la llanura Caribe circundante de Cartagena. Sin embargo, con el paso del tiempo, la historiografía ha identificado otros palenques, como el de Castigo en el Patía o los de la Guajira. En tercer lugar, la gente raizal de San Andrés, Providencia y Santa Catalina se identifica como descendiente de ashantis de Ghana, hablante del kriol basado en las lenguas Akán, lexificado en inglés y español.

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Abstenerse de usar esos nombres es cuestionable. El presidente Petro dijo: “se les ha conferido a comunidades indígenas y comunidades negras (...) el cuidado de nuestras selvas que ocupan cerca de la mitad de nuestro territorio”. Sin embargo, dejó implícito que ese logro era del Afropacífico, cuando quizás habría podido referirse a que palenqueros y palenqueras son tan guardianes de bosques tropicales secos como de ciénagas y humedales o de sabanas fértiles y de arroyos que como el Bruno representan una incalculable riqueza hídrica para una región semidesértica de la Guajira. Por su parte, uno habría deseado que hubiera dicho que los raizales son menos gente de territorio que de maritorio, y que de la salvaguarda de ese medio ha dependido la defensa de aquellos límites sobre el mar Caribe, a los cuales amparó el fallo que el 13 de julio de 2023 emitió en La Haya la Corte Internacional de Justicia. Del mismo modo, que de la gestión ambiental de ese pueblo ha dependido la riqueza inconmensurable de la Seaflower, a la cual UNESCO incluyó dentro de las reservas mundiales de la biósfera, como aportante mundial a sanos sistemas de corales, fuente y albergue de miles de especies marinas.

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El mismo discurso resaltó la firma de aquellos decretos que, transcurridos treinta años, dan lugar a la reglamentación de los siguientes artículos de la Ley 70: IV, Uso de la tierra y protección de los recursos naturales y del ambiente; V, Recursos mineros; VI Mecanismos para la protección y desarrollo de los derechos y de la identidad cultural, y VII Planeación y fomento del desarrollo económico y social. No obstante, el posible reduccionismo afropacífico puede ocasionar exclusiones de concepciones ambientales y de identidad cultural. Del artículo IV reglamentado no pueden quedar por fuera ni las regiones cenagosas, ni las desérticas a las cuales me refería. El V debe incluir la crítica por posibles explotaciones costa afuera de gas y petróleo. El VI tendrá que implicar los imaginarios sobre las culturas cimarronas y las que combinan ascendencias africanas con las inglesas, entre otras identidades étnicas. Los nexos ancestrales entre el Pacífico y el norte del Cauca, cuna de la vicepresidenta Francia Márquez, no deben influir en la reducción del alcance de una ley tan significativa para todas las personas afrodescendientes.

Nota: Lamento la muerte de Lisandro Vallecilla, integrante del ensamble Canalón de Timbiquí, galardonado con un Grammy al mejor álbum folclórico.

* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional; Patronato de artes y ciencias.

1 Ver la página 22 del informe que la Comisión de la Verdad tituló Resistir no es aguantar.

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