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Trino y uno

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Jaime Arocha
09 de mayo de 2023 - 02:00 a. m.
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Algo alrededor de tu cuello es el libro de relatos de Chimamanda Adichie que despachamos en el vuelo de Madrid a Bogotá1. Regresábamos del II Congreso Internacional de Estudios Literarios Hispanoafricanos: “África y escrituras periféricas en español”2, muy centrado en obras guineano ecuatoriales creadas en el exilio. Aterrizamos con la ilusión de regalar ese libro en navidad, pero tuvimos la decepción de que —por falta de ventas— la editorial lo había recogido de las librerías.

Bueno, ahora el cambio es abismal y bienvenido. Vimos por YouTube a Chimamanda en la en la inauguración de la Filbo XXX, y luego en su conversación con la periodista Claudia Morales. Nos fascinó que dijera que la cultura debe tener la primacía para lograr los cambios que necesita el mundo. No porque sea más importante que la economía o la política, dijo ella, sino porque es más compleja y engendra historias. A su vez, las historias hacen visibles a las gentes y a los pueblos y esa visibilidad las pone al alcance la igualdad dentro del respeto por la diversidad. De ahí que hubiera abierto su exposición apelando a la santísima Trinidad. Hizo énfasis en su identidad Igbo, o Carabalí, como también nombran a quienes exportaban a la fuerza por el puerto de Calabar, y que de niña, el máximo misterio del catolicismo le parecía indescifrable. De adulta, comprendió que las tres personas distintas en un solo dios cristalizaban a la unidad dentro de la diferencia. De ahí también que para ella el feminismo partiera del mismo principio, pero perfeccionado por la justicia, como le había respondido una funcionaria blanca de inmigración en el fugaz diálogo que tuvieron en el aeropuerto londinense de Heathrow. Sin embargo, a ese mínimo nexo emocional entre ambas lo reforzó algo que pasaría desapercibido para los hombres: la admiración que a la inglesa le despertó el bolso que llevaba terciado la escritora.

En el fondo, las palabras mediante las cuales la vicepresidenta Francia Márquez le respondió a Chimamanda fueron sobre el racismo que escinde a nuestras diversidades de la unidad nacional. No obstante, también ofreció un posible antídoto: que África sea el centro de la próxima feria del libro de Bogotá. No obstante, ¿cuál África? ¿La francófona de los islámicos Mali y Senegal, de donde provinieron los primeros cautivos y cautivas o la del valle del Congo, cuna de la filosofía del Muntu y de la segunda gran ola de gente esclavizada? ¿La anglófona de Ghana, nutriente de los mineros del segundo ciclo del oro que prosperó en el Pacífico y llegaron añorando la mitología de la araña Anase, o la de Nigeria, donante igbos y yorubas desembarcados al final de la trata, quienes escondían a sus orishas por detrás de las imágenes de los santos y vírgenes católicas? Puedo imaginar las confusiones que crearían la variedad de traductores simultáneos que serían necesarios y quienes, además, tendrían que enfrentar la infinidad de sutilezas de lengua y cultura ajenas a las nuestras.

Esto no sucedería al mirar hacia Guinea Ecuatorial. Uno de sus escritores estelares, Donato Ndongo, en su novela Las tinieblas de tu memoria negra3, apela a un castellano similar al nuestro y nos habla de misioneros que en Malabo introdujeron años marianos, como los que hubo aquí en los decenios de 1940 y 1950. Imagino la belleza de las fotografías a las cuales la etnomusicóloga Isabela de Aranzadi podría apelar para mostrar las riquezas que contiene su obra Instrumentos musicales de las etnias de Guinea Ecuatorial4. Eso sí, habría que tener en cuenta que contribuciones como las de la poeta Raquel Ilombé5 y del novelista Juan Tomás Ávila Laurel6 se han elaborado en el exilio como resultado de la persecución implacable que ha llevado a cabo el dictador Teodoro Obiang, condenado por Amnistía Internacional, pero recibido y agasajado por las familia Obama. Así, ese proyecto requeriría de los consejos que pudiera ofrecer Gustavo Gallón, nuestro embajador ante Ginebra, quien hasta 2002 fue representante especial de Guinea Ecuatorial en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Empero, valdría la pena un reto a favor de la creatividad lograda pese a la represión y la tortura.

* Miembro fundador Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional.

1 2010, Literatura Mondadori, 433.

2 Miampika, Landry-Wlfrid. 2015, Madrid: Biblioteca Hispanoamericana, Editorial Verbum.

3 2009. Barcelona, Ediciones El Cobre.

4 2009. Madrid: APADENA.

5 CEIBA II, Poesía inédita, Editorial Verbum.

6 Avión de ricos, ladrón de cerdos. 2008. Barcelona, Ediciones El Cobre.

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Dora(30910)09 de mayo de 2023 - 07:14 p. m.
Bello relato. Qué poco conozco de nuestra herencia africana 😳☹️😳☹️¡¡¡Mucho por aprender!!! y desaprender también ...
Harold(32718)09 de mayo de 2023 - 06:52 p. m.
Por cierto, a propósito de la iniciativa lazada por la vicepresidenta Francia Márquez, creo que eso es lo único rescatable de su discurso en la instalación de la Filbo. Discurso opaco, deshilado, al lado de lo expresado por la escritora.
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